"La Policía no tiene capacidad de acabar con el botellón. Es una costumbre adquirida y la única posibilidad que tiene el agente de frenarlo es la denuncia, que ha demostrado que es poco efectiva porque quien paga la multa son los padres", explica e incide en la necesidad de dar a este problema "un tratamiento más integral". Hacer "plantones" en las zonas donde saben que habrá botellón para evitarlo "es inefectivo y poco motivador para los agentes" porque evitan que se instale, pero, cuando se van los policías, vuelven los jóvenes.
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