Cuando a finales de febrero comenzaron a oírse los primeros casos de covid-19, Tomás y su mujer, Carmen, de 79 y 82 años, no se amedrentaron. Por nada del mundo iban a dejar de atender en sus farmacias, ambas en un barrio de Leganés (Madrid), uno de los municipios más golpeados por la pandemia. "Mi hermana y yo intentábamos decirles que aunque ellos no tuvieran ninguna enfermedad, sí tenían años y que les podía tocar. Insistíamos en que se quedaran en casa, pero no".
Comentarios
Murieron con las batas puestas.
Aún recuerdo al farmacéutico "cercano" de mi barrio al inicio de la pandemia... 16€ por una fpp2!!!
Menos mal que se reguló la codicia de estos "amigos farmacéuticos" y de los "amigos funerarios", su labor "soliaria" nos estaba saliendo muy caro a los consumidores.