Desde ahí ponemos camino hacia la subida del monte Picaio, advertido por algún que otro compañero de que la subida que nos espera es muy larga, empezamos a subrir ya por el asfalto, cuando pasamos a la tierra ya empieza a quedarse gente atrás y yo ya empiezo a divisar a lo lejos la dura subida que todavía me queda.