(C&P) La gente tiene una imagen romántica del freelancer: un periodista que reemplaza la seguridad de un salario regular por la libertad de cubrir las historias que más le fascinan. Pero no somos libres en absoluto: es justamente lo contrario. La verdad es que la única oportunidad de trabajo que tengo hoy es quedarme en Siria, donde nadie más quiere quedarse. Y no es siquiera Alepo, para ser precisos: es el frente de combate.