A la gente hay que darle las cosas en pequeñas dosis, para que no se abrumen, para indignarlos en 10 segundos y tener un motivo para debatir sobre algo en concreto, para que más tarde vayan entendiendo lo demás poco a poco y hacerles partícipes. Pero sobre todo para poder indignarlos, aunque solo sea en un punto del decálogo.