El lunes me invitaron a comer al Centro de recuperación para mujeres maltratadas de Madrid. Sopa, pollo con patatas fritas y melón. Después, larga sobremesa con las mujeres que viven en el centro, casi treinta. A esas conversaciones que tienen todos los lunes les llaman formación ideológica. En esa casa no hay lenguaje políticamente correcto.
Los testimonios de las mujeres maltratadas son a un tiempo tristes y previsibles. Como si la sociedad produjese parejas destinadas a repetir unos roles inamovibles.
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Los testimonios de las mujeres maltratadas son a un tiempo tristes y previsibles. Como si la sociedad produjese parejas destinadas a repetir unos roles inamovibles.