Hace 15 años | Por --111045-- a bbc.co.uk
Publicado hace 15 años por --111045-- a bbc.co.uk

C+P+T El presidente negro. Continúo medio sin entender el empeño tanto de laicos como de la da crítica especializada con el hecho. Miren para Nigéria. Pasen los ojos por la República Democrática del Congo. Examinem a Rodésia. Analizen África del Sur. Confieran Somalia. Chequeen Ruanda. Lupa en Kenia. Todos esos países tienen presidentes negros. O líderes negros. No veo primera página de periódico destacando o ensalzando el hecho. Eso es muy natural. Nosotros mismos, brasileiros, olvidados que somos, ya tuvimos presidente negro.

Comentarios

D

Traducción:

Impresionante. Batuco estas apenas tecleadas algunas horas antes del presidente Barack Hussein Obama ser elegido el presidente Barack Hussein Obama.

Parece hechizo, mandinga, no sé bien el quê. Debo haber sido influenciado por el comercial de 30 minutos exhibido en la noche de jueves en Estados Unidos. Aquí, en un gesto inaudito, no pasaron. Cualquier cosa a ver con la prohibición de ?comerciales extranjeros?. Todos aquellos CSI no son, por naturaleza y feitio, comerciales. Meros reflexos filosóficos de la nación hermana de esta aquí que tan cariñosamente me acogió. A mí y la mucha otra gente que no presta también.

Monteiro Lobato, como Balzac, en la marchinha, tiró en la pinta: mujer sólo tras los treinta. No es eso que yo quería decir. Mi mente se confunde con la profusão de sentimientos delante de la inédita elección. Monteiro Lobato tiró en la pinta, sí. Sólo que fue cuando escribió, en 1926, un libro, su único romance, llamado El Presidente Negro.

Era pasado el año de 2228. Increíble, el brujo paulista acertó lo 8 final! De resto, la obra no tenía absolutamente nada, pero ab-so-lu-te la-men-te nada, de profético. Ni de más remota semejanza con un mínimo de situaciones políticas relativas a la tierras del Tío Sam, como a llamaba el esplêndido autor de La Casa de campo del Picapau Amarillo.

El libro no llegaba a ser un argumento. Ni invitaba a la polémica. Empolgados con el título, todas las editoras brasileñas lo reeditaron. Ahora, Los Doce Trabajos de Hércules o La Llave del Tamaño, que son buenos demás, nada, neca, neris de petibiriba.

El presidente negro. Continúo medio sin entender la empolgação tanto de laicos cuánto de la crítica especializada con el hecho. Miren para Nigeria. Pasen los ojos en la República Democrática de Congo. Examinen la Rodésia. Analicen Sudáfrica. Confiram la Somália. Chequem Ruanda. Lupa en el Quênia. Todos esos países tienen presidentes negros. O líderes negros.

No veo primera página de periódico destacando o enaltecendo el hecho. Eso es muy natural. Ni es preciso atravesar el Atlântico de oeste para leíste o de norte para sur, conforme vaticinou, agradecido por ausencia de crisis financieras, el presidente Lula de la Silba, en pronunciamento reciente. Nosotros mismos, brasileños, olvidados que somos, ya tuvimos presidente negro. O beirando el negro. Fernando Henrique Cardoso no dijo para toda la nación oír que ?tenía un pie en la cozinha?? Dijo. Fue un bello y corajoso pronunciamento. Sólo entendieron el lado maldoso de la frase. Si podemos llamar de lado maldoso.

Como exclamaría el casi (que laguna, que vacío esos meses hasta la posesión de Obama?) ex-presidente George W. Bush: "El quê? Como? Hem?"

*
Arriba mencioné de pasada Ruanda. Injusticia mía. Debería haber quedado por allá al menos una semana, hasta mejor entender esa desavença entre hutsis y tutus, o hutus y tutsis, dependiendo del punto de vista, moral étnico y filológico.

Pues sólo ahora supo, cuando yo ya estaba de maletas listas, que Ruanda y los ruandeses, liderados por el presidente (negro, sí señor, y con mucha honra) Kagame, prenome Paul, que ellos todos, por una vez unidos, prefirieron pasar para el inglés como lengua oficial, dejando para allá las decantadas bellezas del idioma francés. Se cansaron, los ruandeses de parlevú para cima y para bajo. Ahora es en la base del espiquingres. En el que hicieron muy bien. La historia juzgará e inocentará, estoy correcto, los responsables por la elección.

Después de la Primera Guerra Mundial (se acuerdan?), los europeos partieron de garfo y cuchillo para cima de aquel que muchos preconceituosos insisten en llamar de ?El Continente Negro? y fueron dividiendo las partes más saborosas entre sí. Como se fuera un pavo de Natal.

Alemania quedó con Ruanda y Burundi y unió los dos países, otrora orgullosamente soberanos, bajo el poco eufônico nombre de Ruanda-Urundi. Ah, esos alemanes! Por esas y por otras es que perdieron la Segunda, y esperemos la última, Guerra Mundial. Kyniarwanda, belíssima lengua local, aún presta testimonio al legado teutônico: niño allá va para ishuli, como preferían los descendientes de Goethe y Martinho Lutero cuando iban para su Schule.

Tras la Segunda Guerra, el espólio ruandês quedó con Bélgica, desgraciada. Bélgica, un paisete inventado especialmente para servir de camino para Francia, cada vez que Alemania quisiera dar una llegada al Champs-Elysées para las compras.

Bélgica no sabía lo que hacer con el país. Llegó a intentar negociarlo con los portugueses, que por su parte también mostraron desinteresse. Vuelca y menea, la cosa, digo, y pido perdón, Ruanda, acabó quedando con los franceses, en una tentativa de calmarlos tras la farra (sí, farra) que patrocinaron en el transcurrir de la Segundona Guerra Mundial. Como es hecho sabido, entre 1939 y 1945, París era la única ciudad del mundo donde un ciudadano podría llevar una buena vida. Pero eso es otra Historia.

Resumo de esta historia: durante décadas los hutus y los tutsis, y los hutsis y tutus, tuvieron que oscilar entre el francés y el flamengo. No el equipo rubro-negra que ya fue de la Gávea y del marinero Popeye. Me refiero al otro flamengo. El flamengo hablado por algunos bélgicos, si es así que se dice. Ahora, con Obama ya delante del espejo experimentando la franja presidencial, Ruanda mandó brasa y, como nosotros y el resto del mundo, escogió el inglés.
Well done, digo yo.

NOTA: Va con traductor automático, así que puede tener errores