Publicado hace 7 años por doctoragridulce a ireneu.blogspot.ie

Felipe III, si algo tenía, era que mientras tuviera pintura, teatro y pudiera cazar, le traían al pairo los asuntos de estado, cosa de la cual se lamentaba su propio padre, Felipe II. Así que, en 1599, en vez de ponerse delante de la administración, dejó que su ministro favorito y hombre de confianza, el Duque de Lerma, se encargara de esos pequeños detalles mundanos que tanto molestaban al díscolo monarca. No hace falta decir que el duque no hizo ascos a ser el auténtico rey de España a la sombra: su bolsillo lo iba a agradecer mucho más.

Comentarios

D

#1 Es que la corrupción esta duplicada y triplicada