Hace 3 años | Por Silvia_Folk a revistadelibros.com
Publicado hace 3 años por Silvia_Folk a revistadelibros.com

Conocí a Joan Margarit en la librería Rafael Alberti durante un recital celebrado en un pequeño y acogedor entresuelo, donde los humanos compartían espacio con los libros, fundidos en una deliciosa promiscuidad. El escenario, nada grandilocuente, invitaba a la cercanía y el diálogo. Fue el diez de abril de 2002. Recuerdo la fecha porque Margarit me dedicó su libro más hermoso, Joana. Las palabras que escribió para mí hablaban de la trágica muerte de su hija y de la prematura pérdida de mi padre, que le comenté durante una breve conversación.

Comentarios

D

De algún modo, envidio la sensibilidad y la capacidad de emocionarse de los amantes a la literatura.

Lamentablemente, la vida me ha embrutecido y desensibilizado ante la obligación de cubrir necesidades más básicas que dejaban poco espacio al cultivo del alma, emociones que hubiesen sido un estorbo en el fondo y en la forma de tomar decisiones trascendentales en mi vida. Pero la vida viene como viene, y la que me ha tocado, con mis errores y mis aciertos ha sido así.

RafaMoratilla

Gracias por este artículo, ojalá todos enseñasen tanto. Un torrente de verdades, hasta que no nos toca sufrir no empezamos a reflexionar.