Hace 2 años | Por nereira a eldiario.es
Publicado hace 2 años por nereira a eldiario.es

Las crónicas de finales del XIX y principios del XX insisten, con razón, en la imagen de un extrarradio que servía de espacio de ocio para la clase trabajadora madrileña. Dentro de este espacio abierto, en el que la urbanización solo era incipiente y abundaban los merenderos, cabe destacar en el norte de la ciudad la Dehesa de la Villa, donde, además de bailes, juegos de la rana, comidas campestres y amores furtivos, desde pronto fueron realizándose algunas de estas jiras políticas (meriendas colectivas en el campo)

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