Pero ahora la vida ofrece al cardenal argentino una nueva oportunidad. Y por eso él y su entorno renuevan las esperanzas. “Ojalá que, esta vez sí, el Vaticano sepa valorar no solo los silencios cómplices sino la entrega a los grupos de tareas de algunos sacerdotes”, se entusiasman en el arzobispado de Buenos Aires.