Hace 6 años | Por libres a dsalud.com
Publicado hace 6 años por libres a dsalud.com

Desde hace décadas muchos países permiten irradiar alimentos para esterilizarnos o para que maduren lentamente, aun cuando hay pruebas de que pueden producirse moléculas peligrosas para la salud como las ciclobutanonas y los furanos. La técnica aplica una radiación un millón de veces más intensa que una sesión normal de rayos X, lo que puede alterar o destruir enzimas, coenzimas y vitaminas, desnaturalizando los alimentos y disminuyendo sus propiedades nutritivas. Organismos internacionales y gobiernos se niegan a regularlo adecuadamente.

Comentarios

libres

En 1971 los doctores P. R. Letellier y W.W. Nawar descubrieron que cuando se irradian alimentos ricos en grasas aparecen tras el proceso unas sustancias químicas denominadas ciclobutanonas, no presentes antes y sobre cuyas implicaciones en la salud humana no hay consenso cuarenta años después. Sustancias que como permanecen luego durante años en los alimentos irradiados se usan como prueba inequívoca de que el alimento que las contiene fue irradiado.

Años después -en 1990- los doctores M. H. Stevenson y A. V. Crone constatarían –su artículo se publicó en Nature– que en la carne de pollo picada sometida a una irradiación de 5kGy -por encima del máximo permitido por la FDA que es de 3 kGy- hay ciclobutanonas 2-DCB (hay varios tipos de ciclobutanonas); y en trabajos posteriores que su cantidad aumenta de forma proporcional a la intensidad y tiempo de la irradiación. Además detectaron otra ciclobutanona, la 2-TCB, que aparece cuando se irradian alimentos que contienen ácido esteárico.

Más tarde, en una nueva investigación, el ya citado doctor Stevenson encontró ciclobutanonas 2-TCB en pollos irradiados ¡a solo 1 kGy!; es decir, con una irradiación tres veces menor a la permitida por la FDA que la considera “segura”. Luego, en otra investigación posterior, el mismo equipo halló -los resultados se publicaron en Radiation Physics and Chemistry en 1993- que ni la cocción de la carne de pollo irradiado, ni su conservación al vacío, ni dejar la carne expuesta al aire permite eliminar las ciclobutanonas 2-DCB. Detectando además en la huevina (huevo pasterizado o esterilizado que se presenta principalmente en líquido pero también en polvo) cuando se irradia a dosis inferiores al límite fijado por la FDA tanto ciclobutanonas 2-DCB como 2-TCB.

Posteriormente -en 1994- el Dr. Stevenson informó en Food Technology de que había encontrado ciclobutanonas 2-DCB y 2-TCB en carnes de vaca, cordero y cerdo que habían sido irradiadas a dosis de apenas 1kGy. Un año después -en 1995- un equipo de investigadores dirigido por el Dr. P. Lembke en la Universidad de Saarbrücken (Alemania) encontró asimismo varios tipos de ciclobutanonas en la carne de pato, cacahuetes, pistachos y sopas de sobre irradiados “a dosis bajas”.

En 1998 los doctores Henry Delincée y B. Pool-Zbel advertirían en un artículo publicado en Radiation Physics and Chemistry que una de esas moléculas, la 2-DCB (2-dodecylciclobutanona), resultante de los efectos de la irradiación sobre el ácido palmítico (lípido presente en numerosos alimentos), debía ser considerada agente cancerígeno tanto en ratones como, probablemente, en humanos. Y es que el ácido palmítico se encuentra con relativa abundancia -junto a otras grasas- en muchos animales –incluidos vacunos, ovinos, cerdos, pollos y pavos- siendo especialmente frecuente en alimentos industriales como pizzas, bollos, salsas y, en general, en toda la considerada “comida basura”.

En 1999 un equipo de investigadores de la Universidad de Westminster (Inglaterra) dirigido por el doctor I. H. Tlewfik publicó por su parte en International Journal of Food Science and Nutrition que habían hallado ciclobutanonas 2-DCB en peces del tipo tilapia y en mejillones que habían sido irradiados con una intensidad de entre 2 y 8 kGy. Y un grupo de investigadores de la Universidad Queen’s de Belfast (Irlanda) dirigido por el doctor E. M. Stewart –el trabajo se publicó en Journal of the Science of Food and Agriculture- que habían encontrado ciclobutanonas 2-DCB, 2-TCB y 2-TDCB en mangos, papayas, salmón y queso camembert irradiados. Y, por cierto, las ciclobutanonas 2-DCB se detectaron tras irradiar ácido palmítico con apenas medio kilogray, dosis muy inferior a la utilizada usualmente en las irradiaciones de alimentos (la carne vacuna, por ejemplo, suelen irradiarse con dosis de 7 kGy).

Y hay más aún: en la 12ª Reunión Internacional sobre Irradiación de Alimentos del año 2001 el equipo del ya antes mencionado H. Delincée publicó nuevas investigaciones revelando que dos ciclobutanonas –la 2-TCB y la 2-TDCB, productos de la irradiación de los ácidos esteárico y oleico- causan anomalías celulares y genéticas en las células humanas. Y desde entonces se han descubierto otras ciclobutanonas que son resultado de la acción de las irradiaciones sobre muy distintas grasas vegetales y animales.

Bueno, pues a pesar de todo esto ¡ni la FDA ni ningún otro organismo de seguridad alimentaria se ha molestado en estudiar la toxicidad de esas moléculas! Ni de modificar la legislación existente sobre el uso de fuentes de energía radiante para esterilizar alimentos apelando al Principio de Precaución. Prevalece así la declaración de la FDA -efectuada en 1987, de que irradiar alimentos no provoca cambio sustancial alguno en él… ¡como si todas las investigaciones que hemos mencionado no existiesen! La legislación alemana en cambio es ya más restrictiva pues sólo permite irradiar hierbas medicinales, especias y salsas para ensaladas.

Cabe agregar que hay otra sustancia en los alimentos tratados preocupante, el furano, ya que se trata de un compuesto orgánico volátil que en experimentos con animales ha demostrado ser tóxico para el hígado e, incluso, tener efectos cancerígenos. Bueno, pues se encuentra –aunque en muy baja proporción- en muchos de los alimentos que han sido sometidos a altas temperaturas de esterilización; es el caso de los envasados y conservas. Los doctores. X. Fan y K. J. Sokorai publicaron en 2008 en Journal of Food Science un trabajo que revela que si bien no encontraron furanos en una amplia variedad de frutas irradiadas a 5kGy sí aparecieron en las piñas y las uvas; concluyendo que la formación de furanos depende del pH y de la cantidad de azúcares simples de cada fruta.


Juan Carlos Mirre
https://www.dsalud.com/reportaje/los-alimentos-irradiados-un-peligro-para-la-salud/

U

Sí hace décadas que se usa y no ha pasado nada, dudo que empiece a pasar ahora

D

En que quedamos? Son buenos o malos?
https://www.meneame.net/go?id=2810732

pakete

#2 La revista Discovery Salud es a la Salud lo que Cuarto Milenio es al periodismo de investigación... Con la diferencia que Iker Jiénez no pone en peligro a sus televidentes aconsejándoles que abandonen los tratamientos médicos oficiales porque es una conspiración de las farmacéuticas y de los médicos para tenerles amarrados. De hecho, si no te lo tomas muy en serio, Cuarto Milenio es hasta divertido, y de vez en cuando te enteras de alguna anécdota histórica interesante.