Alberto I de Bélgica, tercer rey de los belgas y uno de los más populares de su historia, murió en un accidente de alpinismo durante una escapada a la rocosa región de las Ardenas. No hubo testigos de su muerte, lo que alimentó las teorías de conspiración. Un análisis de ADN ha resuelto el misterio, 80 años después.
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Está muerto. Se confirma.
El titular no tiene nada que ver con lo que pone en la noticia. No despeja ninguna duda y sigue abierto a especulaciones.