Vayamos por partes. Para empezar, nadie mejor que Marx y Engels, heteropatriarcas socialdemócratas por excelencia. Pues tanto el uno como el otro concebían que la homosexualidad era una degeneración producto de la sociedad capitalista que habría de ser sanada con la llegada del socialismo. El primero, tras la lectura del libro Sobre la libertad de conciencia, calificó al autor, Karl Boruttau, de "maricón estúpido". Y el segundo dedicó a la homosexualidad epítetos como "abominable", "despreciable", "degradante" y "extremadamente contra natura".