Donald Trump haría bien en esperar que los miembros del comité Nobel no estén prestando atención a lo que ocurre dentro de Estados Unidos. Si lo hicieran, se darían cuenta de un patrón muy llamativo. Mientras al presidente estadounidense le gusta presentarse como un pacificador en el extranjero, en casa es Trump, el portador de guerra. Es fácil que el primer hecho oculte o desvíe nuestra atención del segundo. Esta semana fue un buen ejemplo.