Hace 1 año | Por LosSolidarios a vozpopuli.com
Publicado hace 1 año por LosSolidarios a vozpopuli.com

Palacio Real desembolsó 750.000 pesetas, equivalentes, según De la Cierva, a 1.500 millones de pesetas de 1995, y hoy a 9 millones de euros. La familia, satisfecha, marchó a París, pero los hijos de Elena Sanz habían heredado de la familia de su padre el vicio del derroche, lo que unido a una mala administración y el cese en 1903 del subsidio enviado por Palacio, hizo que su tren de vida descarrilase. Y empezaron las reclamaciones: no solo dinero, sino, además, el reconocimiento del derecho a usar el apellido Borbón.

Comentarios

Bourée

Hay braguetazos y braguetazos. Circulen

themarquesito

Aparte de este mal ejemplo, la reina tuvo una iniciación brusca en el amor. El político liberal Salustiano de Olózaga se jactó de haber violado a Isabel II, cuando tenía catorce años en un diván en el Palacio Real

No he encontrado yo referencia alguna a tal cosa. Parece que esta acusación es un caso bastante extremo de teléfono roto: el 28 de noviembre de 1843, Olózaga pidió a la reina que disolviese las Cortes. Como ella se negaba, Olózaga trancó la puerta del despacho, agarró a la niña reina del vestido y la forzó a firmar. Basta quitar las dos últimas palabras para convertir un acto de violencia en un acto de violencia sexual. Voy a citar la propia testifical de la reina, leída ante las Cortes por González Bravo:

En la noche del 28 del mes pasado, se me presentó Olózaga y me propuso firmar el decreto de disolución de las Cortes. Yo respondí que no quería firmarlo, teniendo, para ello, entre otras razones, la de que esas Cortes me habían declarado mayor de edad. Insistió Olózaga. Yo me resistí de nuevo a firmar el citado decreto. Me levanté, dirigiéndome a la puerta que está a la izquierda de mi mesa de despacho. Olózaga se interpuso y echó el cerrojo de esta puerta. Me agarró del vestido y me obligó a sentarme. Me agarró la mano hasta obligarme a rubricar. Enseguida Olózaga se fue, y yo me retiré a mi aposento. Antes de marcharse Olózaga me preguntó si le daba mi palabra de no decir a nadie lo ocurrido, y yo le respondí que no se lo prometía

klabervk

"Es costumbre real el robar, pero los Borbones exageran" (Charles Maurice de Talleyrand, presidente del Consejo de Ministros de Francia, 1797).