Hace 2 años | Por haprendiz a lavanguardia.com
Publicado hace 2 años por haprendiz a lavanguardia.com

Los romanos sentían una gran preocupación por su futuro existencial inmediato. “De eso es de lo que nos habla constantemente Tito Livio en su magno relato de la historia de Roma más antigua y del épico período republicano: del diálogo existencial entre los hombres (los romanos) y la divinidad en los momentos más críticos, en los que la supervivencia de Roma, su futuro, es zozobrante, angustioso y violento”, apuntan los historiadores [Santiago Montero y Sabino Perea].

Comentarios

haprendiz

Me ha parecido muy curiosa la superstición en torno a los enjambres de abejas:

Su aparición era vista como un aviso de enfado de los dioses, por lo que era necesario realizar ceremonias expiatorias que restablecieran la pax deorum que, por algún motivo, se había roto. Si su presencia se producía en lugares públicos, en momentos previos a batallas o decisivos para la historia de Roma, no presagiaban nada bueno y producían temor. (...)

Hay numerosos relatos que lo atestiguan. Tito Livio, por ejemplo, recogió las tres ocasiones en las que, durante la segunda guerra púnica, hicieron su aparición las abejas. La primera de ellas afectó a Publio Cornelio Escipión, padre del Africano y cónsul en 218 a. C., en los momentos previos a la batalla de Tesino, tras atravesar Aníbal los Alpes. Un enjambre se posó en un árbol que se erguía sobre la tienda del general. Tras conjurar el prodigio con sacrificios expiatorios, Escipión salió con la caballería y tiradores ligeros en dirección al campamento enemigo.

“Fue un mal presagio, pues, aunque se realizaron las ceremonias de expiación necesarias, la caballería númida que acompañaba a Aníbal desbarató cualquier posibilidad de éxito de los romanos. La batalla se perdió, y el propio Escipión fue herido".