Lo más novedoso del estudio es el modo en que el desarrollo físico se vincula con el tratamiento funerario. En palabras de sus autores, “el hallazgo sugiere que no era la edad cronológica, sino el desarrollo lo que marcaba el paso a la vida adulta”. Es decir, el cuerpo se comportaba como un marcador social de identidad. Cuando las características físicas dejaban de ser infantiles, el joven o la joven ya no eran vistos como menores por su comunidad.
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