
Publica hoy El Mundo una encuesta donde los resultados se muestran con gráficos de barras, que cuesta pensar que hay una mente con un mínimo de inteligencia detrás de su elaboración. En primer lugar se comprueba que en la mayoría de las preguntas los resultados no suman 100%. Y no es por una diferencia de una o dos décimas, que sería entendible por los redondeos, que hay casos como en la del Defensor del Pueblo en 2025 en que faltan 2,9 puntos. Además, hay unos cuantos gráficos en que las barras no son proporcionales a los valores. El caso más escandaloso es en la pregunta referida al Congresos de los Diputados (que también hay errata en la leyenda) donde las barras de 2025 parecen realizadas a boleo.
España es una de las hijas más peculiares de la Iglesia Católica, un país con mucho católico de boquilla, con una iglesia sembrada de privilegios, pero innegablemente católico en lo cultural. No obstante, en el pasado era España país sinceramente católico, pero a la vez muy propio en sus modos y maneras. En la época en que Copérnico se hallaba prohibido por la Iglesia, era no obstante lectura obligatoria en la Universidad de Salamanca, pues no en vano Spain is different.
Tan diferente era este país, que las Cortes de Castilla una vez pasaron por encima de la autoridad del papa en materia teológica a golpe de votación.
Corría el año 1617, y las Cortes decidieron de manera soberana que Santa Teresa de Jesús, la famosa santa de Ávila, sería patrona de los reinos de España, compartiendo la facultad que hasta entonces tenía encomendada el apóstol Santiago, quien sigue ostentando esa distinción. La votación fue realmente exitosa, y considerando el poder e influencia que tenía el rey en Roma, el papa no se atrevió a cuestionar la inmensa injerencia de las autoridades civiles sobre una materia teológica, dejando que las cosas siguieran su curso.
Nueve años después, con la devoción por la santa patrona bien asentada y votada nuevamente en Cortes, desde Madrid se pidió al papa que confirmase lo que se había votado soberanamente, ya que resultaría bueno tener una confirmación formal de algo que no era realmente canónico. Esto decía el conde-duque de Olivares al embajador español en Roma:
Dos veces ha votado el reino junto en Cortes por su patrona y abogada a la santa madre Teresa de Jesús, y serále de gran consuelo que Su Santidad lo confirme. Ofrécense algunas contradicciones, en que quizá el cielo no será menos pío; pero como es casi universal la devoción de estos reinos a tan grande santa, justamente podemos seguirla y asentarla con nuestros oficios. Escribo sobre esto a los señores cardenales Pío y Torres; pero V. S. lo ha de favorecer en todas partes, como devoto de la santa y señor mío. Suplícola a V. S. muy de veras, y quiero que sepa que casi desde que nací la tengo por abogada, y gran confianza en su protección; y que por lo menos, ya que de mi cosecha no puedo ofrecerle cosa buena, he de poner a cuenta de la santa lo que debiere a V. S. en esta ocasión, que ella es tal que nos pagará bien a todos. Y yo estimaré esta deuda con particular reconocimiento. Dios guarde a V. S. como deseo.
El papa no dudó en avenirse a los ruegos de Felipe IV y Olivares a través del embajador, y proclamó mediante breve pontificio patrona de los reinos de España a Santa Teresa de Jesús, sin menoscabo del patronato de Santiago, a fecha 21 de julio de 1617:
Nos, alabando mucho en el señor la piedad y acuerdo presente de los dichos procuradores, y queriéndoles hacer especiales favores y gracias, y absolviéndoles a ellos , y a cada una de sus personas, para efecto de conseguir tan solamente la presente gracia, de cualesquiera sentencias, censuras, y penas eclesiásticas de excomunión, suspensión, entredicho, y otras cualesquiera por decreto o especial persona, con cualquiera ocasión o causa puesta, si acaso están con ellas ligados [...]
Nótese la peculiar formulación para introducir la idea de que no procede de él, y de que tampoco es una cosa particularmente canónica, pero que se inclina a hacer un favor a su rebaño, que viene después:
Estatuimos, y con precepto mandamos, que de aquí adelante y para siempre jamás, todas las personas de los dichos reinos, así seglares y eclesiásticas, como regulares, tengan y reputen a la dicha SANTA TERESA por tal patrona, con todos y cada uno de los privilegios, gracias, e indultos competentes a tales patronos o que de otra manera se acostumbra concederse, y que así lo deban observar aquellos a quien toca.
Para 1630, el papa Urbano VIII se había desentendido de este embrollo y ya no mencionaba a Santa Teresa como patrona de los reinos de España, dándose a entender que ya había perdido tal condición, aunque sin haber emitido jamás un breve o bula que la despojase de tal condición.
Como España es un país tan peculiar, en 1812 las Cortes de Cádiz votaron a Santa Teresa patrona de España igual que lo hicieran casi dos siglos antes las Cortes en Madrid, porque en este país cuando los órganos se ponen a legislar, capaces son de invadir competencias de Dios mismo.
www.google.es/books/edition/Patronato_de_Sta_Teresa_de_Jesus_a_favor/D
Este fin de semana fue la fiesta del vino en el pueblo. Andaba yo con unos amigos tomando unas copas. Ellos tienen hijos de la misma edad que los nuestros; su pequeño va al colegio con mi pequeña. Él trabaja de sol a sol, sus jefes le llaman a cualquier hora, incluso los fines de semana. Ella llegó a un acuerdo con su empresa para que la despidiesen. Durante todo este tiempo ha estado cobrando el paro y, a la vez, limpiando casas, en negro, por supuesto.
Yo siempre intento no hablar de política, nunca acaba bien. Pero entre copa y copa él empezó a quejarse amargamente del Gobierno, volvía una y otra vez a los mantras de siempre. Aunque suene a cliché, la conversación fue exactamente como la describo:
—Es una vergüenza que paguen los cambios de sexo —dijo.
—Bueno, son pocos y también sufren con eso —argumenté.
—Y una mierda, si has nacido así te aguantas —replicó.
Entendí que no merecía la pena discutir más. Le di un sorbo a la copa y cambié de tema: el Madrid jugaba al día siguiente.
Ahora, pensando sobre esto, creo que hice lo correcto. ¿Quién soy yo para hacer proselitismo o decirle que lo que opina no es más que propaganda política? Yo, que pude hacer una carrera, que tengo un buen trabajo, mi casa pagada y me puedo permitir perder el tiempo escribiendo artículos como este, leyendo poesía y sin preocuparme por el saldo de la cuenta.
¿Cómo puedo decirle a una persona que se rompe el lomo a diario que lo que piensa no es correcto? ¿Cómo puedo decirle a ella, que se asusta cuando le suena el móvil porque piensa que es un cargo de la tarjeta, que está cometiendo un fraude a la Seguridad Social?
Ellos son héroes, héroes anónimos. Son buenas personas, cariñosas, orgullosas y generosas. Hacen todo lo necesario por poner la comida en el plato a sus hijos, piden ropa usada para vestirlos. Ajustan sus gastos para poder llevarlos al comedor escolar y comprar butano para calentarse en invierno. No viven, sobreviven.
¿Cómo puedo yo, desde una posición privilegiada, decirles que les han engañado? Lo que ellos sienten viene desde su posición de indefensión, desde ese miedo atroz a no poder pagar la factura de la luz, desde su precariedad.
No es justo mirarlos por encima del hombro, ni llamarles fachapobres. No se les puede caricaturizar. Vivimos en una sociedad cada vez más desigual, levantada sobre los hombros de héroes anónimos.
Hasta los héroes se equivocan.
menéame