Los analistas han atribuido en parte el malestar de Tesla a los nuevos aranceles del 7% impuestos por la UE a los coches fabricados en China que la empresa envía al continente, así como a los recortes de precios que impulsaron temporalmente las ventas de la empresa el año pasado. Pero también señalaron la antigua línea de vehículos de la compañía y la probabilidad de que algunos clientes estén evitando la marca debido al respaldo de Musk a Trump, el presidente electo de Estados Unidos.
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