Podría ser el guion de una absurda -y machista- comedia, pero es una historia real que demuestra cuál es el culmen de la superficialidad. Un hombre de Egipto, que se mantiene en el anonimato, se va a divorciar de su esposa porque no se acostumbra a su aspecto natural. La pareja se conoció en Facebook, donde, según contó él, ella siempre publicaba fotos muy cuidadas y muy guapa, y salía así también en sus citas. Pero fue a la mañana siguiente de la boda cuando vio que sin maquillaje no le parecía bella.
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