Hace 9 años | Por inenya a reason.com
Publicado hace 9 años por inenya a reason.com

En Gran Bretaña, si tienes un punto de vista extremo sobre cualquier cosa, desde la democracia occidental o el papel de las mujeres en la vida pública, puede que pronto tengas que pedir una licencia al gobierno antes de poder hablar en público. [...] Una vez recibida la "petición de interrupción del extremismo" (EDO, extremism disruption order) tendrías prohibido publicar en internet, hablar en un foro público o aparecer en la televisión. Para decir algo online, incuido tuitear o publicar en Facebook, necesitarás tener permiso de la policía.

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inenya

Traducción, un poco gorrina porque telita con los adjetivos y los términos, pero bueno, espero que se entienda:

En Gran Bretaña, si tienes puntos de vista extremos sobre cualquier cosa que vaya desde la democracia occidental al papel de las mujeres en la vida pública, puede que pronto tengas que pedir una licencia al gobierno antes de hablar en público. En serio.

Casi 350 años después de que los británicos abolieran la licencia de prensa, por la cual cada editorial debía obtener la bendición del gobierno antes de poder imprimir y promover sus ideas, se está proponiendo un nuevo sistema de licencias. Y es uno que, increíblemente, es mucho más tiránico que el de antaño ya que también se aplicaría a individuos, prohibiendo potencialmente abrir la boca a cualquier ciudadano sin que antes se lo permita un funcionario.

Es la ocurrencia de Theresa May, la Secretaria de Estado del gobierno de David Cameron. May quiere introducir las peticiones de interrupción del extremismo (EDO, extremism disruption orders) http://www.bbc.com/news/uk-politics-29414574 que sí, son tan terriblemente autoritarias como suenan.

El mes pasado, May desveló su ambición de “eliminar el extremismo en todas sus facetas”. Ya seas un neonazi o un islamista, o simplemente alguien que diga cosas que supongan, en palabras de May, una falta de “respeto hacia la ley” y “respeto a las minorías”, podrías entonces recibir una petición de interrupción del extremismo (EDO). http://blogs.spectator.co.uk/coffeehouse/2014/09/theresa-mays-speech-on-terrorism-and-extremism-full-text-and-audio/
Sorprendentemente, las EDOs también irían destinadas a individuos que no apoyen o promuevan la violencia, que ya es un delito en GB. Como dice May, “el problema que tenemos es esta distinción de decir que sólo iremos tras de ti si eres un extremista que apoya la violencia directamente. [Esto] ha dejado abierta la puerta a extremistas que saben cómo no pasarse de la raya” http://rt.com/uk/191780-conservatives-new-powers-extremists/ . Qué revelador que una eminente política británica sea arrogante sobre “esta distinción” entre discurso y violencia, entre palabras y acciones, lo cual no es un fallo en el sistema legal, como ella parece pensar, sino que es la base sobre la que debería construirse cada sociedad libre y democrática.

Una vez recibida la EDO, tendrías prohibido publicar en internet, hablar en público o aparecer en la televisión. Para decir algo online, incluido tuitear o publicar en Facebook, necesitarías el permiso de la policía. Habrá un “requerimiento de enviar por adelantado a la policía cualquier publicación que se pretenda publicar en la red, redes sociales o imprimir”. http://www.theguardian.com/politics/2014/sep/30/theresa-may-extremism-disruption-orders Esto quiere decir que, efectivamente, necesitarías un permiso del estado para hablar, publicar o incuso tuitear, tal como los poetas y escritores hacían en el siglo XVII antes de que la licencia de prensa http://en.wikipedia.org/wiki/Licensing_of_the_Press_Act_1662 se eliminara y una Gran Bretaña moderna e ilustrada naciera (o eso pensábamos).

¿Qué tipo de gente sería calificada de “extremista” y por lo tanto tendría prohibido hablar en público? La verdad es que cualquiera. La definición de extremista que May y sus colegas han dejado caer es tan amplia que la mayoría de gente con puntos de vista extravagantes o agudos podrían potencialmente encontrarse con una EDO y no tener permitido hablar en público sin el consentimiento del gobierno.

Así que no tienes que incitar a la violencia para ser un extremista, en palabras de May, estas EDO irían “más allá del terrorismo”. May dice que los activistas de extrema derecha y los islamistas instigadores que no han cometido ningún crimen o incitado a la violencia podrían llevarse una de estas para callarles la boca. También ha hablado de gente que piensa que “la inteligencia de la mujer es deficiente” http://press.conservatives.com/post/98799073410/theresa-may-speech-to-conservative-party-conference o los que han “denunciado a gente basándose en sus creencias religiosas”, o los que han “rechazado la democracia”, esta gente también podría ser calificada de extremistas y silenciadas. En resumen, podría convertirse en un delito con pena el vomitar que eres un sexista, un antirreligioso o alguien que menosprecia la democracia.

Da igual la violencia, no tendrás ni que incitar al odio para ser juzgado como un extremista. Tal como resume un periódico http://www.theguardian.com/politics/2014/sep/30/theresa-may-extremism-disruption-orders , el objetivo es “coger no solo a aquellos que promuevan o inciten al odio” sino a cualquiera que consienta “actividades dañinas” que puedan causar “desorden público” o “asustar o angustiar” o una “amenaza al funcionamiento de la democracia”. (Por “actividades dañinas” el gobierno realmente quiere decir “palabras dañinas” – ahí está de nuevo el giro Orwelliano). Esta es una definición de extremismo tan floja y cínica que podría abarcar cualquier tipo de discurso apasionado, políticamente cabreado o moral, mucho del cual suele causar normalmente “susto o angustia” a la gente que lo escucha.

Tal como señalaban unos activistas cristianos hace poco http://www.telegraph.co.uk/news/politics/11202290/Sharia-law-or-gay-marriage-critics-would-be-branded-extremists-under-Tory-plans-atheists-and-Christians-warn.html , son acusados con frecuencia por sus oponentes de ser “extremistas” y de “promover el odio” simplemente por oponerse al matrimonio gay o tomar otras posiciones tradicionales. ¿Serán potencialmente silenciados por decir cosas extremistas y causar angustia? No está lejos de poder ser posible, ya que May ha dicho que cualquiera que quiera evitar ser tomado por extremista debería “respetar los valores e instituciones británicos” y mostrar “respeto por las minorías”. Rechazar el matrimonio gay bien podría ser visto como una falta de respeto a una institución británica (el matrimonio gay se ha legalizado ahí este año) y una falta de respeto a una minoría.
Lo que el gobierno propone es el castigo de los crímenes del pensamiento, simple y llanamente. Su insistencia de que los funcionarios ahora deban moverse más allá de vigilar la violencia y su incitación y empezar a restringir el discurso instigador, “dañino” que simplemente angustia a la gente es tratar de colonizar el pensamiento, del discurso, de la mera interacción intelectual entre individuos. Las esferas del funcionariado no tienen nada que ver con la vigilancia.

Pero los llamados progres, miembros de la izquierda y aquellos que se consideran liberales, también cojean a la hora de desafiar las tiránicas propuestas de May. Ya que sus propios argumentos, sus peticiones durante la pasada década de que el “discurso del odio” es peligroso y debe ser controlado y frenado, han sido lo que han legitimado el gran proyecto silenciador de May, que ha exacerbado la creencia del gobierno de que tienen el derecho a controlar las mentes acaloradas y no solo el comportamiento acalorado.

La mayor parte de las dos últimas décadas, los auto llamados progres han estado expendiendo el miedo a las palabras arriesgadas y las ideas peligrosas en el tejido de la sociedad. En campus, en academias, en la vida pública, continuamente han presionado con la noción de que las palabras duelen, que causan un gran daño psicológico, especialmente a los grupos vulnerables, destrozando la autoestima de la gente y haciendo que los individuos se sientan inútiles. Desde el sindicato de estudiantes de Gran Bretaña, que prohibieron la canción “Blurred Lines” de Robin Thicke http://reason.com/archives/2013/09/29/blurred-lines-banned-in-british-universi para proteger el “bienestar de los estudiantes” a las feministas que pidieron (y consiguieron) el arresto y encarcelamiento de un troll misógino http://www.spiked-online.com/newsite/article/the_hysteria_over_trolls_is_a_classic_moral_panic/13890#.VGTCintRU9k , se ha creado un clima de intolerancia contra el discurso vulgar e irritable en Gran Bretaña y el gobierno simplemente lo está aprovechando.

La propuesta de May de montar un sistema de permisos del discurso, provee esencialmente de una licencia a aquellos que respetan los valores británicos y se la niega a aquellos que no lo hacen, es el feo y autoritario punto final a la desquiciada obsesión con que el discurso del odio ha envuelto a gran parte del mundo occidental los últimos años.
Deberíamos defender a los extremistas. Los extremistas pueden ser buenos. Yo soy un extremista, especialmente en lo relacionado con la libertad de expresión, que no creo que nunca tuviera que ser limitada. Los extremistas enriquecen el debate público; lo hacen más atractivo, lo cizañean, nos fuerzan a repensar nuestros puntos de vista y actitudes y a veces a cambiar nuestra mente. Un mundo sin extremistas sería conformista y aburrido y estaría muerto intelectual y espiritualmente.

Recordemos las palabras de John Milton, poeta del siglo XVII en su apasionado argumento contra las últimas autoridades que habían intentado ponerle un permiso a la expresión pública: “Dadme la libertad de conocer, de pronunciar y de debatir libremente según mi conciencia, sobre cualquier libertad.” ¿Adivinas qué se dijo de Milton después de pronunciar estas palabras? Sí, le llamaron extremista.

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