BlackRock comenzó a comprar empresas públicas de servicios públicos estadounidenses
Las compran con deuda, cuando la compra se concreta, la deuda pasa a la empresa de energía, no a BlackRock
Esto significa que las facturas de energía de estados enteros subirán instantáneamente para pagar la deuda. Es una estafa y ya ha comenzado
“¿Y si te digo que tu factura de electricidad no solo paga por la energía que usas? Podría estar pagando también la deuda de Wall Street.”
“Aquí está cómo funciona el capital privado. Firmas como el gigante de gestión de activos BlackRock no suelen comprar empresas con su propio dinero. En cambio, recaudan fondos gigantes de sistemas de pensiones, gobiernos e inversores adinerados. Cuando van de compras, ya sea por una fábrica, una carretera de peaje, incluso tu empresa de energía, usan una parte de capital propio de esos inversores y una parte de deuda tomada de bancos y mercados de bonos.
Aquí está el truco: esa deuda no se queda en los libros de BlackRock. Se queda en la empresa que acaban de comprar, y es la empresa, no el gestor de activos, la que tiene que pagarla. Ahora, cuando la empresa es una utilidad, como agua, gas o electricidad, no es cualquier negocio. Las utilidades son monopolios. No puedes simplemente buscar una nueva empresa de energía. Entonces, ¿de dónde sale el dinero para pagar esa deuda? Viene de ti, los usuarios que pagan tarifas. En adquisiciones apalancadas de utilidades, las facturas que pagas cada mes son el flujo de ingresos que cubre los préstamos de Wall Street.
Tomemos un caso real. El mes pasado, reguladores estatales aprobaron una compra de $6.2 mil millones de ALLETE, la empresa matriz de Minnesota Power, la principal utilidad eléctrica del estado. Los compradores, Global Infrastructure Partners, que es propiedad de BlackRock, junto con el Fondo de Pensiones de Canadá. Una utilidad pública de la que dependen cientos de miles de habitantes de Minnesota está pasando a manos de capital privado. Críticos, como un juez de derecho administrativo que aconsejó detener la adquisición porque no es de interés público, advierten que los compradores están pagando una prima grande sobre el valor real de la utilidad aquí, potencialmente cientos de millones por encima del valor de mercado.
Y cuando los inversores pagan más, esperan ganar más de vuelta. ¿De dónde va a venir ese dinero? Bueno, el temor es que venga de tarifas más altas o recortes a los servicios, facturas más grandes para ti mientras tus utilidades empeoran, mientras BlackRock cobra tarifas estables por gestionar la inversión”
Traducido de x.com/WallStreetApes/status/1987725418045317434

El Economista ha publicado un gráfico sobre la evolución del gasto mensual en pensiones a lo largo de los años donde lo han dado todo a la hora de manipular. Por un lado han puesto el dato de cada año tomando un mes normal, pero en 2025, ademas de poner el dato de octubre (realmente creo que lo han puesto duplicado), han añadido el dato de noviembre, que es el mes en que los pensionistas cobran la extra, por lo que el gasto es el doble, lo que hace que el gráfico muestre un subidón. Pero no es la única manipulación para exagerar la subida, ya que en el eje vertical han cambiado la escala, ya que empieza siendo de 10 (miles de millones de euros) para luego pasar a 5, lo que hace que los valores que superan los 10.000 millones es como si se estirase verticalmente el gráfico, exagerando visualmente la subida.
El contexto: www.meneame.net/m/Cocíname/concurso-tortilla
Así es como la hago yo:
Corto patatas en rodajinas más bien finas, pero no papel de fumar. Media cebolla en Juliana. Hecho un poco de aceite en la sartén, poca cosa, sal y tapo para que suden. A fuego bajo (como esta la hice en la cocina de leña y le tengo cogido el punto la voy moviendo de un punto a otro para regular la temperatura)

Cuando están blandinas se pueden partir con cuchara de madera, no hay que hacer puré, sólo partirlas:

Y ahí se quedan hasta que doren un poquitín, pero poco! Cuando están las mezclo con el huevo batido y un chin de sal para corregir. Y las dejo reposar unos 15 min.

Y ya después sin mucho misterio, poco de aceite y al fuego:

Y chim pum, ni líquida ni como un estropajo. Cremosa y cuajada, se puede!

Es muy común escuchar que la izquierda moderna ha abandonado la “lucha de clases”. ¿Qué hay de cierto en esta afirmación? Aunque suene caduco —y lo es en esos términos—, la izquierda moderna ha dejado de lado el eje materialista de la política para centrarse en el identitario. Para demostrar por qué la derecha obtiene más votos de las clases trabajadoras, voy a usar conceptos de la psicología y la filosofía y los contrastaré con un artículo de Jacobinlat.
Gustavo Bueno escribió un libro llamado "El mito de la izquierda", donde plantea que no existe una sola izquierda canónica, sino una serie de izquierdas con objetivos y políticas diferentes. Por ejemplo, tendríamos la izquierda comunista, anarquista, socialista, etc. En concreto, destacaba un tipo de izquierda posmoderna a la que califica como “indefinida”. Esta izquierda se articula en el plano ideológico y no en un plano material; está más centrada en las ideas que en impulsar leyes y medidas que mejoren la calidad de vida de los trabajadores. Esta izquierda es la que predomina hoy en día.
Tras la Segunda Guerra Mundial, Europa crecía muy rápido, prácticamente al mismo nivel que Estados Unidos. Sin embargo, una vez se alcanzaron unos mínimos del Estado del Bienestar, la izquierda europea empezó a dedicarse a varios “ismos”: ecologismo, animalismo, feminismo, anticolonialismo, etc. Ahora que el crecimiento económico está estancado, la vivienda por las nubes, la amenza de guerra con Rusia y la IA, la izquierda no sabe salir de esa posición indefinida y ha cedido su espacio político tradicional —centrado en el dinero y el bienestar material— a la derecha.
Esta misma tesis se plantea en este artículo de Jacobinlat, medio de referencia en Meneame: jacobinlat.com/2025/11/la-izquierda-esta-saliendo-de-la-edad-oscura-ne
“Debido a que la izquierda se alejó del lenguaje y la política de clase —y de priorizar las demandas económicas— y se inclinó hacia la identidad y la cultura, fue la extrema derecha, y no la izquierda, la que pudo capitalizar la crisis.”
“Precisamente debido a la obvia futilidad de la política de identidad y su agresiva variante ‘woke’, una sección creciente de socialistas está empezando a entender que toda la cultura interseccional es un callejón sin salida político, al menos para los objetivos que los progresistas han tenido tradicionalmente.”
Irene Montero, denunciando cómo no deben sentarse las mujeres: www.tiktok.com/@irenemontero_/video/7577363546284117270
JotDown diciendo que Rosalía es cristofascista: www.jotdown.es/2025/11/lux-lo-obsceno-y-el-fascismo/
Leticia Dolera criticando que OnlyFans es una herramienta del patriarcado: www.elmundo.es/papel/lideres/2025/11/27/6925cadee85ece7a478b4599.html
Críticas a la apropiación cultural desde la derecha: www.meneame.net/story/lilly-wachowski-reflexiona-sobre-apropiacion-mat
Es imposible que ningun proletario, trabajador del campo etc se sienta identificado con este discurso. Esta en las antipodas de su vida cotidiana.
El psicólogo Abraham Maslow propuso una teoría sobre las necesidades humanas representadas como una pirámide. En la base tenemos las necesidades fisiológicas más básicas. En la segunda capa se encuentran las necesidades de seguridad: seguridad física, empleo estable, vivienda asegurada, buena calidad de vida, propiedad privada, etc.
Aquí es donde la derecha se maneja como pez en el agua. Todo su discurso se materializa en estos dos estratos: el miedo al inmigrante, la reducción de impuestos, y en general, mensajes centrados en la seguridad y el dinero. Este encaje ayuda a entender por qué los mensajes conservadores conectan más fácilmente con quienes priorizan estabilidad material.
Por el contrario, la izquierda indefinida se siente más cómoda dialogando sobre los estratos superiores: autorrealización, reconocimiento y afiliación. Se mueve en el terreno de las ideas y las ideologías. La derecha también opera en estos estratos superiores —por ejemplo, con ideas como la monarquía, la iglesia, la patria o la nación—, pero siempre supeditándolos al plano material.
Esta es una de las razones por las que los pobres votan a la derecha: sienten que la derecha representa, al menos discursivamente, mejor sus intereses. No se sienten representados por discursos que provienen de una burguesía acomodada y que se centran en cuestiones como las discusiones de género, la autodeterminación o las batallas culturales. Mientras la izquierda se desgañita en esta dialéctica, la derecha ocupa por la fuerza ese espacio político. En definitiva, el desajuste entre el lenguaje posmaterial y las necesidades materiales crea una desconexión electoral evidente.

De acuerdo con el artículo citado, la victoria de Mamdami se debió precisamente al abandono del discurso identitario en favor del discurso materialista:
“Si hubieras mirado a Mamdani hace cinco años, habrías encontrado a un izquierdista estadounidense muy elitista, muy enclaustrado e identitario, del tipo que puebla la política universitaria, todo lo contrario a la cultura de Sanders. Pero hoy, en su campaña para la alcaldía de Nueva York y en su persona pública, vemos una transformación dramática, casi asombrosa. Hace cuatro años, encarnaba mucho de lo que estoy criticando. Pero hoy es un socialista al estilo Sanders, centrando su campaña en las condiciones económicas de la gente trabajadora.”
En suma, el alejamiento de la izquierda respecto a la lucha de clases no es un mito sin fundamento, sino un fenómeno político verificable que ha transformado su relación histórica con las clases trabajadoras. La combinación del giro posmaterialista, la centralidad del discurso identitario y la pérdida de un lenguaje económico común ha generado una fractura profunda entre la izquierda de salón y las clases populares. Mientras tanto, la derecha ha sabido ocupar ese vacío ofreciendo un relato sencillo, emocional y orientado hacia la seguridad material, lo que explica buena parte de su crecimiento entre los votantes de rentas más bajas.
Como muestra el caso de Mamdani, cuando la izquierda recupera un enfoque materialista y vuelve a poner en el centro los salarios, la vivienda, los servicios públicos y las condiciones de vida, logra reconectar con amplias capas de la población.
"La clase obrera no quiere una revolucion, solo quiere dinero" Alan Moore - From Hell

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