Tal como ha explicado la madre de la joven, la noche del sábado habló con su hija para acordar que llegaría a casa a las 22:00 horas y, además, la menor contó dónde se encontraba exactamente. La mujer le pidió que tuviera cuidado, pues se trata de una zona con escasa iluminación. Sin embargo, la preocupación comenzó cuando, pasada la hora señalada, la niña no respondía ni a los mensajes a las llamadas. Fue entonces cuando la mujer se puso en contacto con la madre de la otra niña y acudieron al parque a buscarlas: "No me cuadraba nada"...
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"alumbrábamos con la linterna del móvil, pero no se veía nada"... ¡esos parques tan bien iluminados de nuestras ciudades, eso sí, para la hipocresia navideña no faltan luces!
Obviamente debe de ser terrible, pero el problema quizás sean las convenciones culturales, los prejuicios, las rígidas estructuras sociales y familiares, o el ethos actual, no las lámparas del parque.
Qué mal rollo tiene esto.