La financiación de las universidades públicas: un campo de minas

Parece que alguna gente ha descubierto que existen las autonomías desde que las gobierna mayoritariamente el PP, pero no, oye, ya existían mucho antes, y algunos problemas como el de la financiación de las universidades son perfectamente conocidos para los que los debatimos desde la representación universitaria, ya a finales de los años ochenta.

La principal cuestión, para no andarme por las ramas, es que el distrito universitario es único, y con la Selectividad, PAU, o como se llame sucesivamente a las pruebas de acceso a la Universidad, se puede acudir a cualquier universidad española. Así las cosas, el acceso es general para todo el Estado, pero el gasto es autonómico, con lo que resulta que unas comunidades exportan alumnos y otras los importan. Esto genera toda una serie de agravios comparativos respecto a plazas y gastos que nunca se ha terminado de resolver, y casi diría que ni se ha intentado.

Como sucede con el turismo, hay gente que quiere visitantes, y hay gente que no los quiere, cada cual por sus motivos. Los partidarios del actual sistema dicen que, lo mismo que la comunidad receptora paga de su bolsillo los gastos, también recibe los ingresos, en forma de alojamiento, y el gasto que los estudiantes foráneos hagan en su tierra. Lo detractores dicen que, para eso, es mejor poner hoteles, porque a los turistas no hay que darles servicio educativo, o fomentar que vayan a las universidades privadas, porque hacen el mismoi gasto y la Universidad se la pagan ellos. Un debate agrio. Un campo de minas.

A los gobiernos autonómicos, a todos, les molesta por ejemplo que estudiantes locales se queden sin plaza porque los de fuera han obtenido mejores notas en SU prueba. Los modos de combatirlo son muy variados, desde bajar la financiación para reducir las plazas, forzar el uso de idiomas regionales para que no vaya gente de fuera, o poner determinadas escuelas y facultades en localidades de escaso o nulo atractivo, que desincentiven la migración escolar. La cosa es alejar al foráneo, o conducirlo a la privada, para que no cueste un dinero que se ve como una pérdida.

Los que niegan este argumento diciendo que todo el mundo está encantado de atraer gente, deberían preguntarse por qué se reducen tanto las plazas en determinadas titulaciones con demanda, cuando el coste MARGINAL de cada nuevo alumno es más bajo que la crecaión de nuevos grados. La respuesta es que no se quieren pagar los estudios a gent de fuera de la comunidad autónoma y se hace lo posible por evitarlo.

Mientras no se genere un mecanismo de compensación para este tema, seguiremos como hasta ahora: tirándonos de los pelos por un tema que quedó a medio camino entre el centralismo y la descentralización. Un despropósito.