El lavado corporativo es una práctica empresarial consistente en proyectar una imagen de responsabilidad y compromiso con ciertas causas que no se corresponde con la realidad, mediante acciones cosméticas, comunicaciones vagas o selectivas y para proyectar una imagen positiva, ganar legitimidad ante consumidores críticos y preservar el statu quo empresarial sin, al mismo tiempo, introducir cambios de calado en su estructura de negocio para impulsar un consumo responsable.