En el cielo del amanecer brillaba con fuerza aquel insólito lucero que la gente común contemplaba con asombro, pero el capitán sabía que era uno de los satélites de comunicaciones que permitían a su ejército mantener la supremacía en aquella guerra interminable.
-Mi capitán- transmitió el cabo. -Aquí solo hay varios civiles refugiados, unos pastores que han perdido el rebaño por el impacto de un obús y una mujer a punto de dar a luz.
El capitán, desde la torreta del carro, observaba el establo con los prismáticos.
-Registradlo todo con cuidado.
-Mi capitán -transmitió otra vez el cabo-, también hay un perturbado, vestido con una túnica blanca, que dice que va a nacer un salvador y otras cosas raras.
-A ese me lo traéis bien sujeto.
-Mi capitán -añadió el cabo, con la voz alterada-, la mujer se ha puesto de parto.
-Bienvenido al infierno- murmuró el capitán, con lástima.
A la luz del alba, aparecieron en la loma cercana las figuras de tres camellos cargados de bultos y montados por jinetes de raras vestiduras, y el capitán los observaba acercarse, indeciso.
-Abrid fuego -ordenó al fin. -No quiero sorpresas.
José María Merino, "Solsticio de invierno."
Comentarios
Hizo bien, los tipos en camello podrían ser terroristas que querían secuestrar a los civiles.
#1 Además eran reyes, claramente el capitán era republicano
#2 ahora quién comprará equipos de fútbol en España? Que hemos hecho?
Que hemos hecho??????
Al "jurgol" que le den ...., o mejor, que practiquen un deporte en serio.....