El texto es de Mariano Sánchez Soler y está publicado aquí.
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Aunque, como autor, he reflexionado poco sobre el acto creativo y sobre la técnica narrativa que utilizo al escribir mis novelas, me veo en la obligación, debido a las intensas pesquisas realizadas desde la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, de mostrar la flor de mi secreto: cómo se escribe una novela negra. Bien, la suerte está echada. Como dijo Jack el Destripador: «Vayamos por partes».
1. La búsqueda de la verdad. Si el objetivo de cualquier aventura, de cualquier creación artística, es la búsqueda de la verdad (y si no, que se lo pregunten a Alonso Quijano), la novela negra es la expresión más nítida de esta indagación literaria. Su objeto narrativo nace de la necesidad de desvelar un hecho oculto/misterioso que nos mantiene sobre ascuas. A través de sus páginas, el autor se propone, además, desentrañar el impulso escondido que mueve a los personajes y que justifica la existencia del relato desde el principio al fin.
2. La intriga: del quién al cómo. Una novela negra debe escribirse con esa voluntad de intriga, de revelación; cada capítulo, cada página, tiene que conducir al lector hasta la conclusión final sin concederle el más mínimo respiro. Sin embargo, a diferencia de la novela rompecabezas clásica (Christie, Conan Doyle...), que cimentó la gloria de la novela policiaca desde los inicios de la era industrial, en la novela negra escrita a partir de Hammett, con la corriente hard-boiled (duro y en ebullición), tanto o más importante que saber quién o quiénes cometieron un hecho criminal es descubrir cómo se llega hasta la conclusión. Ahí está Cosecha roja, del gran Dashiell, cualquiera de las novelas de Chandler o el Chester Himes de Un ciego con una pistola como ejemplos del cómo. También es importante el por qué, aunque su respuesta puede resultar secundaria en una sociedad como la nuestra, en la que, como todo el mundo sabe, es más rentable fundar un banco que atracarlo.
3. La acción esencial. Si en la definición clásica de Stendhal «una novela es un espejo a lo largo de un camino», la novela negra es una narración itinerante que describe ambientes y personajes variopintos mientras se persigue el fin, la investigación, la búsqueda. La acción manda sobre los monólogos interiores, y la prosa, cargada de verbos de movimiento, se hace imagen dinámica y emocionante. Es un camino urbano, ajeno a las miradas primarias y a las mentes bienpensantes, donde la creación de personajes y la descripción de ambientes resulta fundamental y exige al autor una planificación previa a la escritura. Aquí radica uno de los rasgos esenciales de la novela negra, que la convierte, de este modo, en novela urbana, social y realista por antonomasia.
4. El argumento. Veamos: aventura indagatoria, intriga, realismo, crítica social, espejo en movimiento... Sin embargo, como diría Oscar Wilde, para escribir una novela (negra) sólo se precisan dos condiciones: tener una historia (criminal) que contar y contarla bien. ¿Y qué debemos hacer para conseguirlo? Antes de empezar a escribir, es preciso tener un argumento desarrollado, una trama en ciernes, un esquema básico de la acción por la que vamos a transitar. Saber qué historia queremos contar: su tema central. Después, al correr de las páginas, los acontecimiento marcarán sus propios caminos, a veces imprevisibles, pero el autor siempre sabrá hacia dónde dirige su relato. Un buen mapa ayuda a no perderse.
5. Lo accesorio no existe. La voluntad de contar una historia y atrapar con ella al lector permite pocas florituras y ningún titubeo. Toda la narración ha de estar en función de la historia que pretendemos escribir. Si leemos 1.280 almas, de Jim Thompson, por ejemplo, descubrimos que el novelista escribió una historia exacta, ajustada, sin ningún pasaje prescindible. No en vano, es una obra maestra de la narrativa moderna. Es cierto: una novela criminal puede contener todo tipo de elementos disgregadores de la trama, divagaciones caprichosas, puede cambiar de espejo a lo largo del camino; pero entonces no nos encontraremos ante una novela negra, aunque se mueva alrededor de la resolución de un crimen o se describa un proceso judicial. En la novela negra, como en la poesía, lo accesorio no existe. Un poema puede ser bellísimo, pero si quiere llamarse soneto tendrá que escribirse, como mínimo, en endecasílabos. Es una regla fundamental del juego. Lo mismo ocurre con la novela negra: hay que elaborarla en función de unas reglas (que aquí estoy disparando a quemarropa) aceptadas a priori por el autor. Y para que sea buena literatura, hay que escribirla bien.
6. La construcción de los personajes. Cuestión clave: antes de comenzar a escribir, conviene saberlo todo sobre ellos. Su pasado, su psicología, su visión del mundo y de la vida... Si conocemos a los personajes principales (y muy especialmente al narrador o conductor de la historia, si es uno), el relato discurrirá fácilmente, se deslizará a través de las páginas como el jabón sobre una superficie de mármol y el lector no podrá abandonar el libro hasta el párrafo final. Para ello se aconseja realizar una biografía resumida de los personajes principales, como si se tratara de una ficha policial o un currículum para obtener trabajos basura, dos instrumentos de la vida real muy útiles en la creación literaria.
7. La fuerza de los diálogos. Cuando hablan, los personajes deben utilizar la jerga precisa, sin abusar, con palabras claves, pero sin caer en un lenguaje incomprensible y cambiante. Vale la pena utilizar de manera comedida palabras profesionales. Por ejemplo, si habla un policía, cuando vigila a un sospechoso está marcándole; un confidente es un confite; cuando matan a alguien, le dan matarile... Cada diálogo cuenta una historia, y muchos personajes que desfilan por la novela negra se muestran a sí mismos a través de sus palabras. El diálogo es un vehículo para mostrar su psicología y sus fantasmas. Un ejemplo clásico: Marlowe, en El sueño eterno, se disculpa ante la secretaria de Brody, a la que ha golpeado:
-¿Le he hecho daño en la cabeza? -pregunta el detective.
-Usted y todos los hombres con los que me he tropezado -contesta la mujer.
8. Documentarse para ser verosímil. Para que el lector se crea el relato que se está contando, el autor debe documentarse con el objetivo de no caer en mimetismos fáciles (especialmente cinematográficos). Por ejemplo, en España los jueces no usan el mazo, como los anglosajones, sino una campanita; los detectives españoles no investigan casos de homicidio ni llevan pistola (salvo rarísimas excepciones). Hay que conocer las cuestiones de procedimiento, no para convertir la novela en un manual, sino para no caer en errores de bulto. La verosimilitud lo exige para que el lector se crea nuestra historia. Hay que saber de qué se está hablando. Por ejemplo, de qué marca y calibre es la pistola reglamentaria de la policía española, ¿una pistola es lo mismo que un revólver?, cómo se realiza en España un levantamiento de cadáver..., y tantas otras dudas que surgen a lo largo de la acción.
9. El mundo del crimen. Si la trama que mueve una novela negra ha de ser creíble, los métodos del crimen también. La conclusión de un hecho criminal ha de llegar por los caminos de la razón. En el siglo XXI, los enigmas rocambolescos, los venenos exóticos y las conspiraciones insólitas han sido reemplazados por la corrupción institucional, las mafias, los delitos económicos vestidos de ingeniería financiera o el crimen de Estado. Vivimos en una era post-industrial donde la novela negra es un testigo descarnado de las cloacas que mueven el mundo, más allá del agente moralizador de la burguesía que campaba en las páginas de las novelas-enigma tradicionales. Los tiempos han cambiado y no hay retorno posible. El realismo y la denuncia imponen su rostro literario. Los mejores personajes de la novela negra actual son malas personas, pero, como diría Orwell, algunas son más malas que otras.
Y 10. Advertencia final: nada de trucos. Poe, en el Doble crimen de la calle Morge, inauguró el género policiaco y el género negro posterior al crack de 1929, porque, al escribir esta historia, planteó al lector el juego de descubrir una verdad, en apariencia sobrenatural, con las armas de la razón, a través de una investigación detectivesca. Esa voluntad del novelista, esta complicidad con el lector, exige al escritor no hacer trampas en la construcción de sus historias criminales y plantea, al mismo tiempo, una relación privilegiada con el receptor de sus novelas. Divertir, entretener, emocionar, escribir para ser leído... ¿No es este el objetivo de la Literatura? Hay que jugar limpio con el lector. ¡Las manos quietas o disparo! Para freír un huevo, es preciso romper la cáscara. Siempre.
Mariano Sánchez Soler. "Cómo se escribe una novela negra (¿se puede freír un huevo sin romperlo?)"
Comentarios
#0 "Poe, en el Doble crimen de la calle Morge, inauguró el género policiaco y el género negro posterior al crack de 1929,"
Poe falleció en 1849, joder...
#1 "-¿Le he hecho daño en la cabeza? -pregunta el detective.
-Usted y todos los hombres con los que me he tropezado -contesta la mujer."
#11 Normalmente es que no se ponen de acuerdo ni en lo básico.
Sin ser muy fan de la novela negra todos los (sobresalientes) consejos son aplicables a muchos otros géneros. Gracias por compartir!
Interesante artículo y no vendría mal más sobre como crear un obra literaria. Sin embargo no estoy del todo de acuerdo con el artículo. especialmente con su primer punto.
Su objeto narrativo nace de la necesidad de desvelar un hecho oculto/misterioso que nos mantiene sobre ascuas.
Falso, eso es en el whodunit (lo que hacía por ejemplo Christie) En la novela negra la resolución del misterio es lo de menos, es más no tiene ni que haber un misterio. Un ejemplo clásico de novela negra es el de alguien que se ve en la obligación de realizar un crimen.
#3 Técnicamente, no. El whodunit incluye sólo el descubrir quién ha cometido un crimen o delito. Quien, qué personaje o personajes y se le puede añadir a la trama el cómo lo ha hecho, cosa que a veces ya se sabe y sólo queda por resolver quién puede haber sido. De hecho... "En reacción a este estilo convencional del whodunit inglés, se desarrolló la escuela de la novela policial hard-boiled (algo así como «duro de cocinar») representada especialmente por Raymond Chandler, Dashiell Hammett y Mickey Spillane." (Wikipedia.)
Nota mía: "Duro de cocinar"... vaya traducción. Hard-boiled se podría traducir como: Curtido, duro, correoso.
#4 Es que a la novela negra y especialmente el hard boiled (yo siempre lo he traducido personalmente antes de saber inglés como de tipos duros, no les importa el que ha sucedido, les importa el que sucede, las consecuencias del acto, la investigación si la hay o los sentimientos de la gente, incluso si no hay un acto, lo importante es la relación entre las personas, y no, nunca suelen ser buenas personas, ninguno. Es lo genial de la novela negra, que es un retrato humano, incluso literatos del siglo XIX se pueden considerar como novela negra, por ejemplo Emile Zola se ha adaptado al cine considerándose las películas como film noir. ¿Acaso no es novela negra también?
#4, #5 creo que la traducción que más se acerca sería "duro de pelar", ¿no?
#4 Hadley Chase, me parece el más hard boiled. Prueba con "una corona para tu entierro" o mejor aún, el secuestro de miss Bladish.
Dashiell Hammet me pareció siempre un flojo llevado al cine. Es un autor muy malo.
#0 No sé yo, según ésta manera de ver la cosa fijo que estoy completamente equivocado porque pa mi, "En el nombre de la rosa" de Humberto Eco, "Y los hipopótamos se cocieron en sus tanques" escrita a la alimón entere J. Kerouac y W Borroughs, o "A sangre fria" de Truman Capote, por poner algunos ejemplos, y "La balada de los miserables" de Aníbal Malvar por añadir a un español, son obras maestras de la literatura, en general, y de la negra, en particular, y no encajarían en la mayoría de puntos de este decálogo.
#9 "El nombre de la rosa" se encuadra dentro de la novela policíaca y como tal tiene unas claves concretas diferentes a la novela negra. Aunque puede haber alguna intersección de algún punto compartido... pero... la clasificación en géneros siempre es una simplificación y sujeta a mucho debate por los expertos.
#10 Tengo comprobado que cuando algo se califica de "debate de experto" va a ser algo demasiado elevado para mi, siempre acabo con cara de paisaje y pensando "de qué coño estarán hablando".