Rachel y su equipo vieron una ballena cría atrapada en un sedal, su madre comenzó a golpear repetidamente la cola contra el agua; la cría se percató y también empezó a golpear con la cola; el sedal enredado empezó a soltarse. En otro caso, vió una ballena de 2 años atrapada, otra adulta nadaba a su lado; en un momento dado pareció intentar protegerla de tiburones tigre. Contactaron con redes de varamientos de Hawái y Alaska: «este comportamiento es más común de lo que pensábamos».
- Paper (abierto):
doi.org/10.1371/journal.pone.0321284