Ha llegado el momento de predicar, de traer la buena nueva. En estos tiempos puede parecer pretencioso dirigirse así, pero... si yo no lo hago... ¿quién lo hará? todo profeta yace muerto, es hora del relevo. Al igual que el Zaratustra de Nietzsche bajó del monte y predicó, yo predicaré. Pero a diferencia de él, yo no bajo, yo me mantengo elevado en el monte (y en este caso no se trata de un figura retórica, escribo a casi tres mil metros de altura, a los pies de las montañas más altas de la Península …