Hace 6 años | Por jm_naron a labrujulaverde.com
Publicado hace 6 años por jm_naron a labrujulaverde.com

Una de las imágenes inmortales de la historia del cine es la proa del acorazado Potemkin avanzando hacia la cámara, desde el punto de vista del espectador, hasta fundirse con ella como símbolo de la invitación a todos para unirse y de la irreversibilidad de la acción llevada a cabo por su tripulación en la Revolución de 1905, preludio de la que llegaría doce años después. Junto con la de los cosacos masacrando a la manifestación en las escaleras de Odesa -por las que rueda sin control ese metafórico cochecito de bebé- o el despertar del león de piedra, convierte la película homónima del joven Serguéi M. Eisenstein (26 años tenía) en una obra maestra indiscutible y subraya el papel histórico jugado por el famoso buque.

Comentarios

D

La verdad es que disfruté más con la película que leyendo su Teoría General de la Relatividad.

D

#1 Flipo con la incultura que tenéis algunos. No es el mismo, era su hermano. Y el otro hermano Frank fue el que hacía experimentos con cadáveres.

Lechon

#1 #2 lol lol lol lol lol lol

D

#2 No hombre, ese era Eisonstin, es otro distinto

Potemkin_

#0 Este envío tiene mi meneo. Aunque echo de menos las actuaciones en Odesa que han estado muy resumidas.