Más que las sanciones internacionales, más que su sofocante teocracia la mayor crisis existencial de Irán es su inminente «bancarrota hídrica». Es una crisis que, según dicen, tiene un triste origen: la destrucción y el abandono de decenas de miles de antiguos túneles para la extracción sostenible de agua subterránea, conocidos como qanats, que en su día fueron la envidia del mundo árido. Pero los llamamientos al gobierno iraní para que restaure los qanats y recargue las reservas de agua subterránea están cayendo en saco roto.