La situación se descubrió cuando la mujer preguntó a los soldados del mando avanzado si ese era el lugar por el cual debía ingresar al país. Ante la negativa de los soldados de dejarla pasar, la mujer exhibió diversos mensajes de audios donde le daban indicaciones de como vulnerar las fiscalizaciones del puesto. Fue en ese entonces, que uno de los efectivos militares reconoció la voz y número del sargento segundo acusado, el cual se encontraba de servicio en el momento de la detención de la mujer.
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El auténtico problema son los idiotas.