El pasado viernes coincidieron en el tiempo dos realidades paralelas. La ficción publicitaria de la Iglesia por un lado y la realidad de los datos de Europa Laica por el otro. El contribuyente debe decidir si quiere que sus impuestos sirvan para pagar principalmente los salarios de obispos y curas y que lo que sobre lo guarden en su hucha, o si prefiere que los impuestos se inviertan en sanidad, educación e infraestructuras para el conjunto de la sociedad. La decisión no es difícil de tomar. Solo hay que confrontar los datos con el relato.
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