La plaza más trastero de España, mil veces reformada, agobiada siempre de publicidad y de chismes; y la Casa de Correos, con esa fachada-tablón de facultad donde cualquiera puede colgar lo que le plazca, pero cuidado no vayamos a poner un azulejito que recuerde a los detenidos y torturados por la policía franquista  
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