Fueron dos de los hombres más poderosos del Partido Popular y del Estado a finales de los 90 y principios de la década del 2000, aunque 20 años después, tras pasar por prisión provisional e inmersos ambos en juicios por distintos casos de corrupción vinculados a esa época, nadie en el PP parece conocer a Rodrigo Rato y Eduardo Zaplana. Ningún dirigente de la cúpula actual –ni cualquier otro cargo– ha hecho mención a ellos en los últimos días pese a que esta semana ambos han declarado desde el banquillo de los acusados. Ni siquiera han recibido
Comentarios
El capo siempre suele estar muy protegido, sus lugartenientes si pueden caer.
""""Rato y Zaplana en el banquillo, Aznar de conferenciante""""
Ciertamente, esta es una de las mayores contradicciones de nuestra democracia y la prueba irrefutable que la justicia está hackeada desde dentro, por jueces prevaricadores, delincuenciales y sin escrúpulos. Si no, sería inexplicable que uno de los personajes más siniestros de la reciente política española, (que ostentó el récord de Europa y probablemente mundial, con el mayor número de ministros corruptos, imputados y encarcelados de un gobierno), no llevara ya lustros en chirona.
Si fuera un caso aislado del proceder de la justicia podríamos pensar que hay algo de inocencia en este ser repulsivo y abyecto, pero lo mismo pasa con su mujer Ana Botella. La despreciable rata de las peras y las manzanas, que vendió a fondos buitre viviendas de protección oficial para que su nene se forrara posteriormente como comisionista en los fondos buitres.
¿O qué decir de Esperanza Aguirre? La psicópata que iba arrollando a agentes de movilidad, estafando a cuñados con cuadros de Goya invendibles por las propias leyes de patrimonio y que según ella, rodeada de la mayor recua de canallas y sinvergüenzas que puede haber en un gobierno de una comunidad autónoma, destapó la trama Gürtel.