
Región de manos sucias de pinceles sin pelo
de niños boca abajo de cepillos de dientes
Zona donde la rata se ennoblece
y hay banderas innúmeras y cantan himnos
y alguien te prende, hijo de puta,
una medalla sobre el pecho
Y te pudres lo mismo.
Julio Cortázar
Habítame, penétrame.
Sea tu sangre una con mi sangre.
Tu boca entre a mi boca.
Tu corazón agrande el mío hasta estallar.
Desgárrame.
Caigas entera en mis entrañas.
Anden tus manos en mis manos.
Tus pies camion en mis pies, tus pies.
Ardeme, árdeme.
Cólmeme tu dulzura.
Báñame tu saliva el paladar.
Estés en mí como está la madera en el palito.
Que ya no puedo así, con esta sed.
Quemándome.
Con esta sed quemándome.
La soledad, sus cuervos, sus perros, sus pedazos.
José Martí.
"Dime que he de ver la mar,
que en la mar he de quererte; compañera,
dime que sí.
Dime que he de ser el viento,
que en el viento he de quererte;
marinera, dime que sí".
Sube a nacer conmigo, hermano.
Dame la mano desde la profunda
zona de tu dolor diseminado.
No volverás del fondo de las rocas.
No volverás del tiempo subterráneo.
No volverá tu voz endurecida.
No volverán tus ojos taladrados.
Mírame desde el fondo de la tierra,
labrador, tejedor, pastor callado:
domador de guanacos tutelares:
albañil del andamio desafiado:
aguador de las lágrimas andinas:
joyero de los dedos machacados:
agricultor temblando en la semilla:
alfarero en tu greda derramado:
traed a la copa de esta nueva vida
vuestros viejos dolores enterrados.
Mostradme vuestra sangre y vuestro surco,
decidme: aquí fui castigado,
porque la joya no brilló o la tierra
no entregó a tiempo la piedra o el grano:
señaladme la piedra en que caísteis
y la madera en que os crucificaron,
encendedme los viejos pedernales,
las viejas lámparas, los látigos pegados
a través de los siglos en las llagas
y las hachas de brillo ensangrentado.
Yo vengo a hablar por vuestra boca muerta.
A través de la tierra juntad todos
los silenciosos labios derramados
y desde el fondo habladme toda esta larga noche
como si yo estuviera con vosotros anclado,
contadme todo, cadena a cadena,
eslabón a eslabón, y paso a paso,
afilad los cuchillos que guardasteis,
ponedlos en mi pecho y en mi mano,
como un río de rayos amarillos,
como un río de tigres enterrados,
y dejadme llorar, horas, días, años,
edades ciegas, siglos estelares.
Dadme el silencio, el agua, la esperanza.
Dadme la lucha, el hierro, los volcanes.
Apegadme los cuerpos como imanes.
Acudid a mis venas y a mi boca.
Hablad por mis palabras y mi sangre.
Pablo Neruda
Aquí algunos versos recitados por Joan Baez como introducción a la canción "No nos moverán"
"Porque yo quise olvidar
y puse un muro de piedra
entre tu casa y la mía.
Es verdad. ¿No lo recuerdas?
Y cuando te vi de lejos
me eché en los ojos arena.
Pero montaba a caballo
y el caballo iba a tu puerta".
Bodas de Sangre, Federico García Lorca
Mira, no pido mucho,
solamente tu mano, tenerla
como un sapito que duerme así contento.
Necesito esa puerta que me dabas
para entrar a tu mundo, ese trocito
de azúcar verde, de redondo alegre.
¿No me prestás tu mano en esta noche
de fìn de año de lechuzas roncas?
No puedes, por razones técnicas.
Entonces la tramo en el aire, urdiendo cada dedo,
el durazno sedoso de la palma
y el dorso, ese país de azules árboles.
Así la tomo y la sostengo,
como si de ello dependiera
muchísimo del mundo,
la sucesión de las cuatro estaciones,
el canto de los gallos, el amor de los hombres.
JULIO CORTÁZAR
Enamorarse es fácil.
Uno puede enamorarse,
-sin demasiado esfuerzo-,
varias veces al día,
a nada que se lo proponga
y se mueva un poco por ahí;
y si es verano,
ni te cuento.
Enamorarse no tiene
mayor mérito.
Lo realmente difícil
-no conozco
ningún caso-
es salir entero
de una historia de amor.
Karmelo C. Iribarren
Sé que el invierno está aquí,
detrás de esa puerta.
Sé que si ahora saliese fuera
lo hallaría todo muerto,
luchando por renacer.
Sé que si busco una rama
no la encontraré.
Sé que si busco una mano
que me salve del olvido
no la encontraré.
Sé que si busco al que fui
no lo encontraré.
Pero estoy aquí. Me muevo,
vivo. Me llamo José
Hierro. Alegría (Alegría
que está caída a mis pies).
Nada en orden. Todo roto,
a punto de ya no ser.
Pero toco la alegría,
porque aunque todo esté muerto
yo aún estoy vivo y lo sé.
Fuente de vida
de noches sin mañanas
yo puedo llegar al surtidor
donde he visto súbitamente
la imagen tan amada
que llevaba grabada
en el fondo de mis entrañas.
Yo sé dónde está
el pan de vida
tan blanco es
que cerrando los ojos
lo continuo a ver por transparencia
pan de vida
yo sé dónde está el horno
en las llamas del cual
he visto prefigurada
la imagen tan amada
de Gala tan amada
horno que las totémicas guirnaldas
le sirven de adorno.
Yo sé dónde está
en el fondo de la tierra
el bloque de mármol
donde está contenida
la imagen de Gala tan amada.
Cuatro elementos obsesionan mi Gala
aire, agua, fuego y tierra
que corresponden a mi Gala
que conocí antes de nacer.
¡Aire, aire! es el que respiro
de noche y de día
veo sin cesar la imagen de mi Gala tan amada
el recuerdo de mi Gala tan amada
donde respiro sin cesar
de noche y de día
¡el aire, el aire!
de mi Gala tan amada.
En el fondo sin mañanas
el agua se vierte sin fin
en el surtido del jardín
donde he visto detalladamente
el rostro de mi Gala
tan poco amada.
Autor del poema: Salvador Dalí
Sale de la marquesina y mira
hacia la izquierda;
vuelve y reinicia su pequeño
“claqueteo” nervioso.
No aguanta más, se muere, necesita
que llegue el autobús; la vida, todo
lo que ésta le tenga reservado.
Y lo necesita ya, ahora, esta noche de sábado.
Mañana es una entelequia, una ficción,
un planeta a años luz.
Y vuelve a salir y mira y se consume de deseo.
Es terriblemente desgraciada un segundo,
y al siguiente –llega el autobús al fin– se ríe
y parece que amanece en el mundo.
Y yo la miro y pienso
que, aunque solo fuera por eso,
por esa fuerza, por sentir
lo que ahora mismo está sintiendo ella,
merece la pena vivir.
Karmelo C. Iribarren
Tu espejo es un sagaz,
te sabe poro a poro,
te desarruga el ceño,
te bienquiere,
te pule las mejillas,
te despeina los años,
o te mira a los ojos,
te bienquiere.
Te depura los gestos,
te pone la sonrisa,
te transmite confianza,
te bienquiere.
Hasta que, sin aviso,
sin pensarlo dos veces,
se descuelga del clavo,
te destroza.
Mario Benedetti
La princesa está triste… ¿qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro;
y en un vaso olvidada se desmaya una flor.
El jardín puebla el triunfo de los pavos-reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
y, vestido de rojo, piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.
¿Piensa acaso en el príncipe de Golconda o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
¿O en el rey de las Islas de las Rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?
¡Ay! La pobre princesa de la boca de rosa,
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar,
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de mayo,
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.
Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Y están tristes las flores por la flor de la corte,
los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.
¡Pobrecita princesa de los ojos azules!
Está presa en sus oros, está presa en sus tules,
en la jaula de mármol del palacio real;
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.
¡Oh quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!
(La princesa está triste. La princesa está pálida)
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe
(La princesa está pálida. La princesa está triste)
más brillante que el alba, más hermoso que abril!
—¡Calla, calla, princesa —dice el hada madrina—,
en caballo con alas, hacia acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
a encenderte los labios con su beso de amor!
Sigo en pie
por latido,
por costumbre,
por no abrir la ventana decisiva
y mirar de una vez a la insolente
muerte,
esa mansa
dueña de la espera.
Sigo en pie
por pereza en los adioses,
cierre y demolición
de la memoria.
No es un mérito,
otros desafían
la claridad,
el caos
o la tortura.
Seguir en pie
quiere decir coraje
o no tener
donde caerse
muerto.
Mario Benedetti
Un cuerpo padece mi agonía...
Un cuerpo o multitudes que mi piel no depone.
Un ser que vive y sueña la altitud de mis límites...
¡Quisiera huir: perderme lejos de su olvido!
Estoy cansado de ocultarme en las ramas;
de perseguir mi sombra por la arena;
de desnudarme entre las rocas,
de aguardar a las puertas de las fábricas
y tenderme en el suelo con los ojos cerrados:
estoy cansado de esta herida.
Un amigo me dice:
"Hay cuerpos que aún se ofrecen
como jugosas frutas sin sentido"...
Otro amigo me canta:
"¡Vuelan las aves, vuelan!"...
Yo quiero huir, perderme lejos,
allá en esas regiones en que unas anchas hojas
tiemblan sobre el estanque de los sueños que inundan.
Emilio Prados
No es suficiente no poderte mirar hondo,
no basta con los dedos señalarte la risa.
No es nada olerte el pelo,
ver tu danza,
escucharte la voz,
ponerla en cinta.
No es suficiente, no, soñar contigo,
rezar para que vivas,
retratarme para darte la foto,
escribirte en la noche,
con obsesión pensar en tus maneras...
¡No es suficiente no, darte la vida,
ni decir a la gente que te quiero,
ni entregar al mendigo mis ahorros,
ni quemar el pasado es suficiente!
Gloria Fuertes
Todos llevamos
un espejo
en nuestro interior
al que no nos queda más remedio
que asomarnos
alguna vez.
Y ahí dentro
no puedes engañar
a nadie.
Tratándose de ti,
uno casi lo siente por el espejo.
No tiene que ser fácil.
Karmelo C. Iribarren
Porque te tengo y no,
porque te pienso,
porque la noche está de ojos abiertos,
porque la noche pasa y digo amor,
porque has venido a recoger tu imagen,
y eres mejor que todas tus imágenes.
Porque eres linda desde el pie hasta el alma,
porque eres buena desde el alma a mí,
porque te escondes dulce en el orgullo,
pequeña y dulce,
corazón coraza.
Porque eres mía,
porque no eres mía,
porque te miro y muero,
y peor que muero,
si no te miro, amor,
si no te miro.
Porque tú siempre existes dondequiera,
pero existes mejor donde te quiero,
porque tu boca es sangre
y tienes frío,
tengo que amarte amor,
tengo que amarte,
aunque esta herida duela como dos,
aunque te busque y no te encuentre,
y aunque la noche pase,
y yo te tenga
y no.
Mario Benedetti
No es suficiente, no, poderte mirar hondo,
no basta con los dedos señalarte la risa.
No es nada olerte el pelo,
ver tu danza,
escucharte la voz,
ponerla en cinta.
No es suficiente, no, soñar contigo,
rezar para que vivas,
retratarme para darte la foto,
escribirte en la noche,
con obsesión pensar en tus maneras…
¡No es suficiente no, darte la vida,
ni decir a la gente que te quiero,
ni entregar al mendigo mis ahorros,
ni quemar el pasado es suficiente!
Gloria Fuertes
Al final de este todo,
frente a la muerte y su nuevo incierto inicio,
quedarán las hojas dispersas donde se anduvo,
canciones pálidas sobre los aires,
tumbas bordeando los corazones,
y más nada,
absolutamente nada que nos haga recordar que estuvimos.
Olvido seremos al final de este todo.
Juan Ortiz
Hay días grises,
tediosos,
que, a última hora,
cuando ya no esperas nada,
te sorprenden
con un crepúsculo espectacular.
Yo los llamo
días paradójicos:
su muerte los salva.
Karmelo C. Iribarren
Habré de levantar la vasta vida
que aún ahora es tu espejo:
cada mañana habré de reconstruirla.
Desde que te alejaste,
cuántos lugares se han tornado vanos
y sin sentido, iguales
a luces en el día.
Tardes que fueron nicho de tu imagen,
músicas en que siempre me aguardabas,
palabras de aquel tiempo,
yo tendré que quebrarlas con mis manos.
¿En qué hondonada esconderé mi alma
para que no vea tu ausencia
que como un sol terrible, sin ocaso,
brilla definitiva y despiadada?
Tu ausencia me rodea
como la cuerda a la garganta,
el mar al que se hunde.
Jorge Luis Borges
menéame