Publicado hace 5 años por Josu_el_porquero a visioncritica.com

Hoy en día la banalidad está institucionalizada, rebosa por cada poro de nuestra piel como si del perfume de la gloria se tratara. Un maravilloso hedor para el indecente e insoportable para el digno. Se infiltra sutilmente dentro del organismo incauto antes siquiera de su completud intelectual en lo más profundo del subconsciente. Espera paciente, infectando cada vínculo sináptico de su ponzoña acomodando pausadamente al huésped al miasma de la zafiedad, a la normalización de la laxitud moral.

La indecencia, entonces,