España tiene ese algo intangible que, una vez lo pruebas, resulta difícil de abandonar. No es solo su clima amable ni su dieta mediterránea. Tampoco es únicamente la seguridad de sus calles, que permite caminar tranquilo incluso de noche, ni la belleza de sus paisajes, desde las playas del norte hasta las sierras del sur. Es la forma de vivir. El concepto de tiempo cobra aquí un nuevo significado. La prisa cede ante la conversación. El trabajo no es el centro absoluto de la existencia. Y la vida social, la que ocurre en las terrazas, plazas,...