Publicado hace 5 años por lentulo_spinther a dailymail.co.uk

Cientos de joyas 'invaluables', incluida una impresionante corona de laurel de oro, fueron encontradas en la tumba de una antigua 'princesa' en Crimea. Se cree que la rica mujer pertenecía a la élite de las tribus nómadas escitas, las cuales vagaron por Europa y Asia en el siglo I d.C

Comentarios

themarquesito

Impresionante descubrimiento. Las tumbas de aristócratas escitas siempre son interesantes por su riqueza y la calidad de las piezas de oro, como el famoso peine de oro de Solokha.

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#1. Peines de oro para atusar, alisar y acicalar aquellas bruñidas, luengas, rubicundas y doradas melenas arias.
Quién estuviera allí para entregarse y arrobarse en la contemplación... ( 9.9)

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#1 Montado en ese caballo yo arrastro los pies por el suelo...

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Pues a mi no me escita tanto

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#2 Pues si es cita yo puedo quedar pa luego.

estemenda

#2 lol A Albert Uderzo le hubiera encantado ese comentario

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Pues tenían sus costumbres peculiares estos escitas...
Contaba Heródoto: «cegaban a sus esclavos ocupados en remover la leche [uno de los alimentos básicos de estos pueblos] sin peligro de caer turbada la cabeza, si tuvieran vista»; es decir, el proceso de removido de la leche (se supone que en grandes cantidades) implicaba muchas horas, lo que podría provocar mareo a quienes tuviesen vista.

La forma en que se ordeñaba a las yeguas era «metiendo una extremidad [de unos tubos parecidos a flautas] en las “partes naturales” de las yeguas, y aplicando la otra a su misma boca [la del escita] con el fin de soplar, y, al tiempo que unos están soplando, van otros ordeñando, pues, al paso que se hinchan de viento las venas de la yegua, sus ubres van subiendo y saliendo hacia fuera.
Extraída así la leche, derrámanla en unas vasijas cóncavas de madera, y colocando alrededor de ellas a sus esclavos ciegos, se la hacen revolver y batir», añadiendo Heródoto que la nata que sobresalía de la leche «se recogía como la flor y nata de ella y lo tienen por lo más delicado, estimando en menos lo que se escurre al fondo».

Hubo una época, cuando los escitas invadieron Media (nada que ver con la saga de los Anillos del Sr, sino la Media de los medos, que luego fue Persia), en que la lucha fue tan encarnizada que no volvieron a su tierra hasta pasados más de veinte años. En todo ese tiempo las mujeres de los escitas, digamos que se excitaron, y tuvieron descendencia con sus esclavos ciegos.
Temorosas entonces de ser descubiertas por sus maridos cuando regresasen, se ensañaron con esos esclavos; pasaje que aún se conmemora vagamente en la actualidad: la costumbre de las mujeres moscovitas de regalar a sus futuros esposos una vara decorada por ellas, y que pudiera ser de oro, si la muchacha es de posibles.

El caso es que ese oro colorao, antes y ahora, al escita le excita.