Publicado hace 1 año por candonga1 a stories.lavanguardia.com

Era el buque del almirante. El que abrió el fuego y el que más disparó. La presa más sublime para los estadounidenses, que soldaron sus boquetes en Guantánamo para remolcarlo hasta Norfolk, Virginia. Era su trofeo, y bien valía los cien mil dólares que costó a los estadounidenses esa primera reparación. Pero no llegaría a Norfolk. A la altura de Cat Island, por el canal viejo de Bahamas, una inesperada tormenta tropical obligó a los vencedores a soltar el crucero derrotado, vacío, que acabó a la deriva y hundido entre arrecifes.

Comentarios

D

Nuestros muy amados aliados...

b

¿El último pecio no sería aquel helicóptero del ejército que cayó en el mar?