El de Sanlúcar era un lugar donde se auditaban o valoraban a los prisioneros. En función de su valoración, el preso tenía cuatro posibles destinos: se le permitía volver a su lugar de origen presentándose a la Junta de calificación (que la conformaban el alcalde, el jefe del movimiento de Falange, el comandante del puesto de la Guardia Civil y el cura párroco), se le obligaba a apuntarse en el ejército franquista para salvar la vida, se le mantenía en prisión o se le llevaba “al paredón”, apunta el OCM.
Comentarios
Los "tiempos de extraodrdinaria placidez" que añoran algunos....
#1 Placidez no sé, pero empachos no tenían no.
#1 finales de octubre de 1939…
Dudo que ni los mas fachas hablen de tiempos de extraordinaria placidez.