Es de sobra conocido que la muerte adelantada de un artista (sea o no inesperada) suele traer consigo un sinfín de «obras encontradas», y con Eddie Hinton las cosas no fueron diferentes. Bajo las camas de los músicos, ya se sabe, hay casi siempre polvo, pelusas… y muchas cintas de audio. Al morir Hinton, su madre encontró allí una de estas, identificada como «Coleman-Hinton».
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Enlace a la primera parte, que no sé si alguien ha enviado: http://www.jotdown.es/2014/11/la-suerte-de-eddie-hinton-el-ultimo-de-los-grandes-cantantes-blancos-de-soul-i/