Hace 9 años | Por BCN85 a seo.org
Publicado hace 9 años por BCN85 a seo.org

Se cumple hoy exactamente un siglo de la extinción de una de las aves más espectaculares del mundo, la paloma migratoria americana, cuyos gigantescos bandos de millones de ejemplares dejaron atónitos a los primeros europeos que recorrieron América del Norte. Esos mismos hombres las cazaron con tal avidez que consiguieron que no quedara ni una sola. Era tal la abundancia de aquel recurso que lo consideraban inagotable.

Comentarios

anxosan

#0 Gran artículo, gracias por enviarlo.
No entiendo que vengan a tirártelo abajo con votos de irrelevante (que no lo es).

BCN85

Gracias, yo tampoco lo entiendo lol #2

ElUltimoMono

“El análisis póstumo de la paloma migratoria americana (ectopistes migratorius) está tan cargada de augurios que basta una breve ojeada para advertirnos -para gritarnos, de hecho- acerca de que todo aquello que consideramos ilimitado probablemente no lo es.

Mucho antes de que tuviéramos factorías de aves de corral dedicadas a la producción en masa de miles de millones de pechugas de pollo, la naturaleza hacia en gran medida lo mismo por nosotros en fo0rma de paloma migratoria americana. Según todas las estimaciones, era el pájaro más abundante del planeta. Sus bandadas, de casi 500 kilómetros de largo y compuestas por miles de millones de individuos, ocupaban todo lo largo y ancho del horizonte, llegando a oscurecer literalmente el cielo. Podían estar pasando durante horas, y era como si no hubieran pasado, puesto que seguían llegando más y más. De mayor tamaño y mucho más llamativas que las innobles palomas que ensucian nuestras aceras y estatuas, estas eran de un color azul oscuro con el pecho rosado y, al parecer, de un sabor delicioso.

Comían cantidades inimaginables de bellotas, hayucos y bayas. Una de las formas en que las exterminamos fue reduciendo sus reservas de alimentos a medida que se talaban bosques de las llanuras orientales de Estados Unidos para plantar nuestro propio alimento. La otra fue por medio de escopetas, disparando cartuchos de perdigones de plomo con lo que se podía abatir a docenas de ejemplares de un solo disparo. A partir de 1850, con la mayor parte de los bosques de corazón del territorio estadounidense reemplazados por granjas, cazar palomas migratorias resultaba aun más fácil, ya que había millones posadas todas juntas en los árboles que quedaban, y cada día llegaban a Nueva York y Boston vagones de tren cargados de ejemplares. Cuando finalmente se hizo evidente que su incalculable número en realidad estaba bajando, una especie de delirio llevó a los cazadores a exterminarlas aún más rápido mientras todavía quedaran ejemplares que cazar. En 1900 todo había terminado. Solo quedaban unas cuantas enjauladas en un zoológico de Cincinnati, y para cuando los cuidadores del zoo se dieron cuanta de lo que tenían ya era demasiado tarde: la última murió ante sus ojos en 1914.”


Alan Weisman, El mundo sin nosotros (2007)

U

Fué como con los bisontes, para que murieran de hambre los indios norteamericanos.