#1:
Un fragmento traducido, por si puede ser de utilidad.
Cuando un grupo de escolares fueron abandonados en una isla en 1965, resultó muy diferente del bestseller de William Golding, escribe Rutger Bregman
Durante siglos la cultura occidental ha estado impregnada por la idea de que los humanos son criaturas egoístas. Esa cínica imagen de la humanidad ha sido proclamada en películas y novelas, libros de historia e investigación científica. Pero en los últimos 20 años, algo extraordinario ha sucedido. Científicos de todo el mundo han cambiado a una visión más esperanzadora de la humanidad. Este desarrollo es todavía tan joven que los investigadores de diferentes campos a menudo ni siquiera se conocen entre sí.
Cuando empecé a escribir un libro sobre esta visión más esperanzadora, sabía que había una historia que tendría que abordar. Tiene lugar en una isla desierta en algún lugar del Pacífico. Un avión acaba de caer. Los únicos supervivientes son unos escolares británicos, que no pueden creer su buena suerte. No hay nada más que playa, conchas y agua en kilómetros. Y mejor aún: no hay adultos.
El primer día, los chicos instituyen una especie de democracia. Un chico, Ralph, es elegido para ser el líder del grupo. Atlético, carismático y guapo, su plan de juego es simple: 1) Divertirse. 2) Sobrevivir. 3) Hacer señales de humo para los barcos que pasan. El número uno es un éxito. ¿Los otros? No tanto. Los chicos están más interesados en festejar y retozar que en atender el fuego. En poco tiempo, han empezado a pintarse la cara. Se quitaron la ropa. Y desarrollan impulsos abrumadores: pellizcar, patear, morder.
Para cuando un oficial naval británico llega a la costa, la isla es un páramo humeante. Tres de los niños están muertos. "Debería haber pensado", dice el oficial, "que una manada de chicos británicos sería capaz de dar un mejor espectáculo que eso". En esto, Ralph estalla en lágrimas. "Ralph lloró por el fin de la inocencia", leemos, y por "la oscuridad del corazón del hombre".
Esta historia nunca ocurrió. Un maestro inglés, William Golding, inventó esta historia en 1951 - su novela El Señor de las Moscas vendería decenas de millones de copias, sería traducida a más de 30 idiomas y aclamada como uno de los clásicos del siglo XX. En retrospectiva, el secreto del éxito del libro está claro. Golding tenía una habilidad magistral para retratar las más oscuras profundidades de la humanidad. Por supuesto, tenía el espíritu de los años 60 de su lado, cuando una nueva generación cuestionaba a sus padres sobre las atrocidades de la segunda guerra mundial. Si Auschwitz hubiera sido una anomalía, querían saberlo, o si hay un nazi escondido en cada uno de nosotros.
Leí por primera vez El señor de las moscas cuando era adolescente. Recuerdo haberme sentido desilusionado después, pero ni por un segundo pensé en dudar de la visión de Golding sobre la naturaleza humana. Eso no sucedió hasta años después cuando comencé a indagar en la vida del autor. Me enteré de lo infeliz que había sido: un alcohólico, propenso a la depresión; un hombre que golpeaba a sus hijos. "Siempre he entendido a los nazis", confesó Golding, "porque soy de ese tipo por naturaleza". Y fue "en parte por ese triste autoconocimiento" que escribió El Señor de las Moscas.
Empecé a preguntarme: ¿alguien ha estudiado alguna vez lo que los niños de verdad harían si se encontraran solos en una isla desierta? Escribí un artículo sobre el tema, en el que comparé a "El señor de las moscas" con los conocimientos científicos modernos y concluí que, con toda probabilidad, los niños actuarían de forma muy diferente. Los lectores respondieron con escepticismo. Todos mis ejemplos se referían a niños en casa, en la escuela o en un campamento de verano. Así comenzó mi búsqueda de un verdadero Señor de las Moscas. Después de rastrear la web por un tiempo, me encontré con un oscuro blog que contaba una historia fascinante: "Un día, en 1977, seis chicos salieron de Tonga en un viaje de pesca ... Atrapados en una gran tormenta, los chicos naufragaron en una isla desierta. ¿Qué es lo que hacen, esta pequeña tribu? Hicieron un pacto de no pelearse nunca".
El artículo no proporcionó ninguna fuente. Pero a veces todo lo que se necesita es un golpe de suerte. Un día hojeando un archivo de periódico, escribí un año incorrectamente y ahí estaba. La referencia a 1977 resultó ser una errata. En la edición del 6 de octubre de 1966 del periódico australiano The Age, me saltó un titular: "Proyección dominical para náufragos tonganos". La historia se refería a seis chicos que habían sido encontrados tres semanas antes en un islote rocoso al sur de Tonga, un grupo de islas en el Océano Pacífico. Los niños habían sido rescatados por un capitán de mar australiano después de haber estado abandonados en la isla de 'Ata durante más de un año. Según el artículo, el capitán incluso había conseguido que un canal de televisión filmara una recreación de la aventura de los chicos.
Estaba lleno de preguntas. ¿Estaban los chicos todavía vivos? ¿Y podría encontrar las imágenes de la televisión? Lo más importante, sin embargo, era que tenía una pista: el nombre del capitán era Peter Warner. Cuando lo busqué, tuve otro golpe de suerte. En un número reciente de un pequeño periódico local de Mackay, Australia, me encontré con el titular: "Los compañeros comparten un bono a 50 años". Junto a él había una pequeña fotografía de dos hombres sonriendo, uno con el brazo colgado del otro. El artículo comenzó: "En lo profundo de una plantación de bananas en Tullera, cerca de Lismore, se sienta una pareja de compañeros poco probable... El mayor tiene 83 años, hijo de un rico industrial. El más joven, 67, era, literalmente, un hijo de la naturaleza". ¿Sus nombres? Peter Warner y Mano Totau. ¿Y dónde se conocieron? En una isla desierta.
Mi esposa Maartje y yo alquilamos un coche en Brisbane y unas tres horas más tarde llegamos a nuestro destino, un lugar en medio de la nada que desconcertó a Google Maps. Sin embargo, allí estaba él, sentado frente a una casa de baja altura en el camino de tierra: el hombre que rescató a seis niños perdidos hace 50 años, el Capitán Peter Warner. [...]
#5:
#1 Hay que entender el libro de Golding en su contexto, era una "respuesta" ha una serie de libros infantiles que mostraban como un grupo de niños naufragos británicos que vivían aventuras y acaban formando una mini-Ingleterra siguiendo los valores de la civilización.
Golding creía que era más pobable que un grupo de niños se adaptara al entorno salvaje que al revés. El libro es bastante metafórico, cada personaje representa un concepto abstrato (la civilización, la violencia, la ciencia, la religión) no pretende ser realista.
Lo más lógico es lo que pasa en el artículo, que el grupo de niños se apoyase para sobrevivir en vez de crear o dejar la civilización.
Sería más interesante que el Señor de las Moscas hubiera durado años en vez de meses, mostrando una verdadera falta de esperanza en el rescate y la creación de una nueva "nueva normalidad", pero entonces ya se tendría que haber metido en temas más graves con el sexo, la dictadura, el asesinato, y eso sería más difícil de vender.
#10:
#2 Ya ves! Y mira que al principio dices "vaya panda de descerebrados que ni una brújula se les ocurrió llevar". Pero luego lees como se organizaron y joder, es para quitarse el sombrero. Mantuvieron un fuego encendido 24/7 durante mas de un año, cuidaron de su compañero que se rompió una pierna, y cuando tenían bronca lo solucionaban con un time-out para que se calmasen los ánimos.
#17:
#16 Luego, al octavo día, vieron un milagro en el horizonte. Una pequeña isla, para ser precisos. No es un paraíso tropical con palmeras ondulantes y playas de arena, sino una enorme masa de roca que sobresale más de mil pies del océano. En estos días, ‘Ata se considera inhabitable. Pero "para cuando llegamos", escribió el Capitán Warner en sus memorias, "los muchachos habían establecido una pequeña comuna con jardín de alimentos, troncos de árboles ahuecados para almacenar agua de lluvia, un gimnasio con pesas curiosas, una cancha de bádminton, corrales de pollo y un fuego permanente, todo por obra, una vieja cuchilla y mucha determinación ". Mientras que los muchachos de El señor de las moscas llegan a soplar sobre el fuego, aquellos en esta versión de la vida real tendieron su llama para que nunca se apagara, por más de un año.
Peter Warner, tercero desde la izquierda, con su tripulación en 1968, incluidos los sobrevivientes de ‘Ata.
FacebookTwitterPinterest El Sr. Peter Warner, tercero desde la izquierda, con su tripulación en 1968, incluidos los sobrevivientes de ‘Ata. Fotografía: Fairfax Media Archives / vía Getty Images
Los niños acordaron trabajar en equipos de dos, elaborando una lista estricta para el jardín, la cocina y la guardia. A veces se peleaban, pero cada vez que sucedía eso lo resolvían imponiendo un tiempo muerto. Sus días comenzaron y terminaron con canciones y oraciones. Kolo formó una guitarra improvisada de una pieza de madera flotante, media cáscara de coco y seis cables de acero rescatados de su barco destrozado, un instrumento que Peter ha guardado todos estos años, y lo tocó para ayudarlos a levantar el ánimo. Y sus espíritus necesitaban levantarse. Durante todo el verano apenas llovió, volviendo a los muchachos desesperados por la sed. Intentaron construir una balsa para salir de la isla, pero se derrumbó en el oleaje.
Lo peor de todo, Stephen se resbaló un día, se cayó de un acantilado y se rompió una pierna. Los otros muchachos se abrieron paso detrás de él y luego lo ayudaron a volver a la cima. Colocaron su pierna con palos y hojas. "No te preocupes", bromeó Sione. "¡Haremos tu trabajo, mientras tú yaces allí como el Rey Taufa‘ahau Tupou mismo!"
Sobrevivieron inicialmente con peces, cocos, pájaros domesticados (bebieron la sangre y comieron la carne); los huevos de aves marinas fueron succionados en seco. Más tarde, cuando llegaron a la cima de la isla, encontraron un antiguo cráter volcánico, donde la gente había vivido un siglo antes. Allí, los niños descubrieron el taro salvaje, los plátanos y las gallinas (que se habían estado reproduciendo durante los 100 años transcurridos desde la última salida de Tongans).
Cuando llegaron a casa, encontraron a la policía esperando para reunirse con ellos. Fueron arrestados y encarcelados
Finalmente fueron rescatados el domingo 11 de septiembre de 1966. El médico local más tarde expresó asombro por su físico musculoso y la pierna perfectamente curada de Stephen. Pero este no fue el final de la pequeña aventura de los niños, porque, cuando llegaron a Nuku‘alofa, la policía abordó el bote de Peter, arrestó a los niños y los metió en la cárcel. Taniela Uhila, cuyo bote de vela que los niños habían "prestado" 15 meses antes, todavía estaba furioso y decidió presentar cargos.
Afortunadamente para los niños, a Peter se le ocurrió un plan. Se le ocurrió que la historia de su naufragio era un material perfecto de Hollywood. Y siendo el contador corporativo de su padre, Peter manejó los derechos de la compañía y conocía a la gente en la televisión. Entonces, desde Tonga, llamó al gerente de Channel 7 en Sydney. "Puedes tener los derechos australianos", les dijo. "Dame los derechos mundiales". Luego, Peter le pagó al Sr. Uhila £ 150 por su viejo bote, y liberó a los niños con la condición de que cooperaran con la película. Unos días después, llegó un equipo del Canal 7.
El estado de ánimo cuando los niños regresaron a sus familias en Tonga era jubiloso. Casi toda la isla de Haʻafeva, con una población de 900 personas, había salido para darles la bienvenida a casa. Peter fue proclamado héroe nacional. Pronto recibió un mensaje del rey Taufa‘ahau Tupou IV, invitando al capitán a una audiencia. "Gracias por rescatar a seis de mis sujetos", dijo Su Alteza Real. "Ahora, ¿hay algo que pueda hacer por ti?" El capitán no tuvo que pensar mucho. "¡Si! Me gustaría atrapar la langosta en estas aguas y comenzar un negocio aquí ”. El rey consintió. Peter regresó a Sydney, renunció a la compañía de su padre y encargó un nuevo barco. Luego hizo que trajeran a los seis niños y les concedió lo que había comenzado todo: una oportunidad de ver el mundo más allá de Tonga. Los contrató como la tripulación de su nuevo barco de pesca.
Mientras que los muchachos de ‘Ata han sido enviados a la oscuridad, el libro de Golding todavía se lee ampliamente. Los historiadores de los medios incluso lo acreditan como el autor involuntario de uno de los géneros de entretenimiento más populares en la televisión hoy en día: reality TV. "Leí y releí El señor de las moscas", divulgó el creador de la exitosa serie Survivor en una entrevista.
Es hora de que contamos un tipo diferente de historia. El verdadero señor de las moscas es una historia de amistad y lealtad; uno que ilustra cuánto más fuertes somos si podemos apoyarnos el uno en el otro. Después de que mi esposa tomó la foto de Peter, se dirigió a un gabinete
#13:
Este tema no es banal, ni se queda en si es una novela o no. Las ficciones tienen un poder tremendo sobre como nos vemos a nosotros mismos, como creemos que es la naturaleza humana o de un país (ej: en españa, la losa de "El Lazarillo de Tormes" nos persigue una y otra vez, haciéndonos creer que somos picaros, egoístas y tramposos por naturaleza).
Y más alla. A nivel conceptual, el liberalismo, de inspiración anglosajona, es en esencia una creencia de que el ser humano es egoísta y que ese egoísmo es inevitable, pero es bueno agregado porque beneficia a la sociedad.
Esta creencia es, sencillamente, mentira. Pero el machaque conceptual, mediático e ideológico, nos ha llevado a creer que el neoliberalismo es el estado natural del ser humano.
No es para nada trivial esto, mucho ojo. El actor "racional" de la economía o de las Ciencias Politicas, son supuestos irreales, falsos. Y hay que empezar a señalarlos y cuestionarlos, porque de ese supuesto, se derivan, inevitablemente, políticas que favorecen la desigualdad.
#16:
#1 Mi esposa Maartje y yo alquilamos un automóvil en Brisbane y unas tres horas después llegamos a nuestro destino, un lugar en el medio de la nada que desconcertó a Google Maps. Sin embargo, allí estaba, sentado frente a una casa baja del camino de tierra: el hombre que rescató a seis niños perdidos hace 50 años, el capitán Peter Warner.
Salvajismo en la adaptación cinematográfica de 1963 de El señor de las moscas.
FacebookTwitterPinterest Savagery en la adaptación cinematográfica de 1963 de El señor de las moscas. Fotografía: Ronald Grant
Peter era el hijo menor de Arthur Warner, una vez uno de los hombres más ricos y poderosos de Australia. En la década de 1930, Arthur gobernó un vasto imperio llamado Electronic Industries, que dominaba el mercado de radio del país en ese momento. Peter fue preparado para seguir los pasos de su padre. En cambio, a la edad de 17 años, escapó al mar en busca de aventuras y pasó los siguientes años navegando desde Hong Kong a Estocolmo, Shanghai a San Petersburgo. Cuando finalmente regresó cinco años más tarde, el hijo pródigo le entregó con orgullo a su padre un certificado de capitán sueco. Sin impresionarse, Warner Sr le exigió a su hijo que aprendiera una profesión útil. "¿Qué es más fácil?" Peter preguntó. "Contabilidad", mintió Arthur.
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Peter fue a trabajar para la compañía de su padre, pero el mar todavía hacía señas, y cada vez que podía iba a Tasmania, donde mantenía su propia flota pesquera. Fue esto lo que lo llevó a Tonga en el invierno de 1966. En el camino a casa tomó un pequeño desvío y fue entonces cuando lo vio: una isla minúscula en el mar azul, ‘Ata. La isla había estado habitada una vez, hasta un día oscuro en 1863, cuando apareció un barco de esclavos en el horizonte y navegó con los nativos. Desde entonces, ‘Ata había sido abandonado, maldito y olvidado.
No le tomó mucho tiempo al primer niño llegar al bote. «Mi nombre es Stephen», gritó. "Hemos estado aquí 15 meses".
Pero Peter notó algo extraño. Mirando a través de sus binoculares, vio parches quemados en los acantilados verdes. "En los trópicos es inusual que los incendios comiencen espontáneamente", nos dijo, medio siglo después. Entonces vio a un niño. Desnudo. Pelo hasta los hombros. Esta criatura salvaje saltó del acantilado y se sumergió en el agua. De repente, más niños lo siguieron, gritando a todo pulmón. No le tomó mucho tiempo al primer niño llegar al bote. "Mi nombre es Stephen", gritó en perfecto inglés. "Somos seis y creemos que hemos estado aquí 15 meses".
Los niños, una vez a bordo, afirmaron que eran estudiantes de un internado en Nuku‘alofa, la capital de Tonga. Cansados de las comidas escolares, habían decidido tomar un bote de pesca un día, solo para quedar atrapados en una tormenta. Probable historia, pensó Peter. Usando su radio bidireccional, llamó a Nuku‘alofa. "Tengo seis hijos aquí", le dijo al operador. "Stand by", fue la respuesta. Veinte minutos pasaron. (Cuando Peter cuenta esta parte de la historia, se le enturbian los ojos). Finalmente, un operador muy lloroso llamó a la radio y dijo: “¡Los encontraste! Estos muchachos han sido entregados por muertos. Se han celebrado funerales. ¡Si son ellos, esto es un milagro! "
En los meses que siguieron intenté reconstruir con la mayor precisión posible lo que había sucedido en ‘Ata. La memoria de Peter resultó ser excelente. Incluso a la edad de 90 años, todo lo que relataba era coherente con mi otra fuente principal, Mano, de 15 años en ese momento y ahora con 70 años, que vivía a unas pocas horas en coche de él. El verdadero Señor de las Moscas, nos dijo Mano, comenzó en junio de 1965. Los protagonistas fueron seis niños: Sione, Stephen, Kolo, David, Luke y Mano, todos alumnos de un estricto internado católico en Nuku‘alofa. El mayor tenía 16 años, el más joven 13, y tenían una cosa principal en común: estaban aburridos. Entonces idearon un plan para escapar: a Fiji, a unas 500 millas de distancia, o incluso hasta Nueva Zelanda.
Solo había un obstáculo. Ninguno de ellos era dueño de un bote, por lo que decidieron "tomar prestado" uno del Sr. Taniela Uhila, un pescador que a todos no les gustó. Los niños tomaron poco tiempo para prepararse para el viaje. Dos sacos de plátanos, unos pocos cocos y un pequeño quemador de gas fueron todos los suministros que empacaron. A ninguno de ellos se les ocurrió traer un mapa, y mucho menos una brújula.
Los muchachos habían establecido una comuna con jardín de alimentos, gimnasio, una cancha de bádminton, corrales de gallinas y un fuego permanente.
Nadie notó que la pequeña embarcación salía del puerto esa noche. Los cielos eran justos; solo una suave brisa agitaba el mar en calma. Pero esa noche los muchachos cometieron un grave error. Ellos se durmieron. Unas horas más tarde se despertaron con el agua cayendo sobre sus cabezas. Estaba oscuro. Levantaron la vela, que el viento rápidamente hizo trizas. El siguiente en romperse fue el timón. "Estuvimos a la deriva durante ocho días", me dijo Mano. "Sin comida. Sin agua." Los muchachos intentaron pescar. Se las arreglaron para recoger un poco de agua de lluvia en cáscaras de coco ahuecadas y la compartieron por igual entre ellos, cada uno tomando un sorbo por la mañana y otro por la noche.
Luego, al octavo día, vieron un milagro en el horizonte. Una pequeña isla, para ser precisos
Un fragmento traducido, por si puede ser de utilidad.
Cuando un grupo de escolares fueron abandonados en una isla en 1965, resultó muy diferente del bestseller de William Golding, escribe Rutger Bregman
Durante siglos la cultura occidental ha estado impregnada por la idea de que los humanos son criaturas egoístas. Esa cínica imagen de la humanidad ha sido proclamada en películas y novelas, libros de historia e investigación científica. Pero en los últimos 20 años, algo extraordinario ha sucedido. Científicos de todo el mundo han cambiado a una visión más esperanzadora de la humanidad. Este desarrollo es todavía tan joven que los investigadores de diferentes campos a menudo ni siquiera se conocen entre sí.
Cuando empecé a escribir un libro sobre esta visión más esperanzadora, sabía que había una historia que tendría que abordar. Tiene lugar en una isla desierta en algún lugar del Pacífico. Un avión acaba de caer. Los únicos supervivientes son unos escolares británicos, que no pueden creer su buena suerte. No hay nada más que playa, conchas y agua en kilómetros. Y mejor aún: no hay adultos.
El primer día, los chicos instituyen una especie de democracia. Un chico, Ralph, es elegido para ser el líder del grupo. Atlético, carismático y guapo, su plan de juego es simple: 1) Divertirse. 2) Sobrevivir. 3) Hacer señales de humo para los barcos que pasan. El número uno es un éxito. ¿Los otros? No tanto. Los chicos están más interesados en festejar y retozar que en atender el fuego. En poco tiempo, han empezado a pintarse la cara. Se quitaron la ropa. Y desarrollan impulsos abrumadores: pellizcar, patear, morder.
Para cuando un oficial naval británico llega a la costa, la isla es un páramo humeante. Tres de los niños están muertos. "Debería haber pensado", dice el oficial, "que una manada de chicos británicos sería capaz de dar un mejor espectáculo que eso". En esto, Ralph estalla en lágrimas. "Ralph lloró por el fin de la inocencia", leemos, y por "la oscuridad del corazón del hombre".
Esta historia nunca ocurrió. Un maestro inglés, William Golding, inventó esta historia en 1951 - su novela El Señor de las Moscas vendería decenas de millones de copias, sería traducida a más de 30 idiomas y aclamada como uno de los clásicos del siglo XX. En retrospectiva, el secreto del éxito del libro está claro. Golding tenía una habilidad magistral para retratar las más oscuras profundidades de la humanidad. Por supuesto, tenía el espíritu de los años 60 de su lado, cuando una nueva generación cuestionaba a sus padres sobre las atrocidades de la segunda guerra mundial. Si Auschwitz hubiera sido una anomalía, querían saberlo, o si hay un nazi escondido en cada uno de nosotros.
Leí por primera vez El señor de las moscas cuando era adolescente. Recuerdo haberme sentido desilusionado después, pero ni por un segundo pensé en dudar de la visión de Golding sobre la naturaleza humana. Eso no sucedió hasta años después cuando comencé a indagar en la vida del autor. Me enteré de lo infeliz que había sido: un alcohólico, propenso a la depresión; un hombre que golpeaba a sus hijos. "Siempre he entendido a los nazis", confesó Golding, "porque soy de ese tipo por naturaleza". Y fue "en parte por ese triste autoconocimiento" que escribió El Señor de las Moscas.
Empecé a preguntarme: ¿alguien ha estudiado alguna vez lo que los niños de verdad harían si se encontraran solos en una isla desierta? Escribí un artículo sobre el tema, en el que comparé a "El señor de las moscas" con los conocimientos científicos modernos y concluí que, con toda probabilidad, los niños actuarían de forma muy diferente. Los lectores respondieron con escepticismo. Todos mis ejemplos se referían a niños en casa, en la escuela o en un campamento de verano. Así comenzó mi búsqueda de un verdadero Señor de las Moscas. Después de rastrear la web por un tiempo, me encontré con un oscuro blog que contaba una historia fascinante: "Un día, en 1977, seis chicos salieron de Tonga en un viaje de pesca ... Atrapados en una gran tormenta, los chicos naufragaron en una isla desierta. ¿Qué es lo que hacen, esta pequeña tribu? Hicieron un pacto de no pelearse nunca".
El artículo no proporcionó ninguna fuente. Pero a veces todo lo que se necesita es un golpe de suerte. Un día hojeando un archivo de periódico, escribí un año incorrectamente y ahí estaba. La referencia a 1977 resultó ser una errata. En la edición del 6 de octubre de 1966 del periódico australiano The Age, me saltó un titular: "Proyección dominical para náufragos tonganos". La historia se refería a seis chicos que habían sido encontrados tres semanas antes en un islote rocoso al sur de Tonga, un grupo de islas en el Océano Pacífico. Los niños habían sido rescatados por un capitán de mar australiano después de haber estado abandonados en la isla de 'Ata durante más de un año. Según el artículo, el capitán incluso había conseguido que un canal de televisión filmara una recreación de la aventura de los chicos.
Estaba lleno de preguntas. ¿Estaban los chicos todavía vivos? ¿Y podría encontrar las imágenes de la televisión? Lo más importante, sin embargo, era que tenía una pista: el nombre del capitán era Peter Warner. Cuando lo busqué, tuve otro golpe de suerte. En un número reciente de un pequeño periódico local de Mackay, Australia, me encontré con el titular: "Los compañeros comparten un bono a 50 años". Junto a él había una pequeña fotografía de dos hombres sonriendo, uno con el brazo colgado del otro. El artículo comenzó: "En lo profundo de una plantación de bananas en Tullera, cerca de Lismore, se sienta una pareja de compañeros poco probable... El mayor tiene 83 años, hijo de un rico industrial. El más joven, 67, era, literalmente, un hijo de la naturaleza". ¿Sus nombres? Peter Warner y Mano Totau. ¿Y dónde se conocieron? En una isla desierta.
Mi esposa Maartje y yo alquilamos un coche en Brisbane y unas tres horas más tarde llegamos a nuestro destino, un lugar en medio de la nada que desconcertó a Google Maps. Sin embargo, allí estaba él, sentado frente a una casa de baja altura en el camino de tierra: el hombre que rescató a seis niños perdidos hace 50 años, el Capitán Peter Warner. [...]
#1 Hay que entender el libro de Golding en su contexto, era una "respuesta" ha una serie de libros infantiles que mostraban como un grupo de niños naufragos británicos que vivían aventuras y acaban formando una mini-Ingleterra siguiendo los valores de la civilización.
Golding creía que era más pobable que un grupo de niños se adaptara al entorno salvaje que al revés. El libro es bastante metafórico, cada personaje representa un concepto abstrato (la civilización, la violencia, la ciencia, la religión) no pretende ser realista.
Lo más lógico es lo que pasa en el artículo, que el grupo de niños se apoyase para sobrevivir en vez de crear o dejar la civilización.
Sería más interesante que el Señor de las Moscas hubiera durado años en vez de meses, mostrando una verdadera falta de esperanza en el rescate y la creación de una nueva "nueva normalidad", pero entonces ya se tendría que haber metido en temas más graves con el sexo, la dictadura, el asesinato, y eso sería más difícil de vender.
Simon es alter ego de el señor de las moscas. Representa la razón frente a la religión. Es el único que tiene una solución racional al monstruo de la montaña y los ruidos nocturnos pero hasta el más inteligente, piggy, se burla de el. Porque hasta para los más inteligentes en un contexto de falta de madurez es más fácil creer en el mito que en la razón. Cuando Simón descubre que el monstruo es un simple paracaídas es asesinado en un ritual al "señor de las moscas". La religión asesina metafóricamente a la razón y ahí es cuando Jack se hace con el control de la isla de manera clara.
La otra metáfora interesante es Roger, un chico callado y poco carismático pero violento y sociopatico. Al principio se conforma con tirar piedras a sus compañeros de lejos pero bajo el amparo del líder se siente poderoso. Mara a Piggy porque es "solo una mancha" , los despersonaliza y lo mata. Y "afila un palo por las dos puntas" (con el objetivo de clavar allí la cabeza de Ralph hecho que no entiende Ralph cuando le explican) . Es el verdugo necesario para los dictadores, la violencia, capaz de hacer lo que no es capaz de hacer Roger y es una representación de todos los verdugos necesarios para hacer algo como el holocausto. Los que da poder y terror a los dictadores. Su alter ego es Piggy, que representa el orden y la inteligencia. Cuando muere Piggy el salvajismo llega a su cuota más álgida
#5 para ser justos, también se podría tomar el libro como una crítica social a la parcialidad de la "sociedad" y los prejuicios: los niños son entes cuasi monolíticos, en el sentido que todos son blancos, heteros, de colegio privado rico y con cierto sentido del "privilegio" recibido del imperialismo británico (yo soy mejor que los demás y los demás me deben algo). Por eso la "civilización" que intentan montar en la isla se va a la mierda, al carecer de empatía para comprender las necesidades de los demás o simplemente de no ser conscientes de eso, y por eso Piggy (que no se ajusta al molde) y Ralph (que por extensión está con él) acaban aislados (y uno muerto), mientras Jack (que es la máxima expresión de ese privilegio inconsciente) acaba de líder.
Lo más parecido hasta la fecha que se ha hecho es Beauty Queens de Libba Bray, que es una sátira de cachondeo de cómo unas concursantes de reality de modelos se estrellan en una isla. Pero a diferencia de los niños, consiguen montar algo porque evolucionan de ser "clones" "a ser diferentes" y aceptar esas diferencias
#38 También es bastante clasista al mostrar las clases bajas como los niños más pequeños: poco inteligentes, sin ningún autocontrol y que creen en las supersticiones. Me recuerdan a los proles de 1984.
#5 El problema es que implicas que adaptarse a un entorno salvaje significa de alguna manera volverse violento. Lo que cuestiona el articulo es esa predisposicion fatalista de nuestra cultura en cuanto a la naturaleza del ser humano.
#5 Yo considero ese libro (y cosas como Walking Dead) como hijos del miedo que sobre los "iletrados" o los "salvajes" que nos ha inculcado una sociedad que llama "edad oscura" a una época europea donde la población se libró de grandes imperios y vivió bastante bien, para luego llamar "renacimiento" a la vuelta al esclavismo y el servilismo que surgió tras la Edad Media....
Nos dicen por activa y por pasiva que el vivir en un sistema con reglas impuestas por medio de la violencia (tanto física como económica) es imperativo para suprimir nuestros "instintos" y la jerarquía es imprescindible para ello, cuando las organizaciones espontaneas sin jerarquías hacen que las sociedades sean más felices y justas... Tienden a tener menos reglas y a centrarse en otras maneras en la toma de decisiones distinta a la imposición.
Eso también se ve en momentos de crisis, como el que acapara es apartado por la sociedad (si no tiene una fuerza armada que lo proteja) y son las sociedades que comparten las que florecen antes, salvan mejor la situación.
#1 Mi esposa Maartje y yo alquilamos un automóvil en Brisbane y unas tres horas después llegamos a nuestro destino, un lugar en el medio de la nada que desconcertó a Google Maps. Sin embargo, allí estaba, sentado frente a una casa baja del camino de tierra: el hombre que rescató a seis niños perdidos hace 50 años, el capitán Peter Warner.
Salvajismo en la adaptación cinematográfica de 1963 de El señor de las moscas.
FacebookTwitterPinterest Savagery en la adaptación cinematográfica de 1963 de El señor de las moscas. Fotografía: Ronald Grant
Peter era el hijo menor de Arthur Warner, una vez uno de los hombres más ricos y poderosos de Australia. En la década de 1930, Arthur gobernó un vasto imperio llamado Electronic Industries, que dominaba el mercado de radio del país en ese momento. Peter fue preparado para seguir los pasos de su padre. En cambio, a la edad de 17 años, escapó al mar en busca de aventuras y pasó los siguientes años navegando desde Hong Kong a Estocolmo, Shanghai a San Petersburgo. Cuando finalmente regresó cinco años más tarde, el hijo pródigo le entregó con orgullo a su padre un certificado de capitán sueco. Sin impresionarse, Warner Sr le exigió a su hijo que aprendiera una profesión útil. "¿Qué es más fácil?" Peter preguntó. "Contabilidad", mintió Arthur.
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Peter fue a trabajar para la compañía de su padre, pero el mar todavía hacía señas, y cada vez que podía iba a Tasmania, donde mantenía su propia flota pesquera. Fue esto lo que lo llevó a Tonga en el invierno de 1966. En el camino a casa tomó un pequeño desvío y fue entonces cuando lo vio: una isla minúscula en el mar azul, ‘Ata. La isla había estado habitada una vez, hasta un día oscuro en 1863, cuando apareció un barco de esclavos en el horizonte y navegó con los nativos. Desde entonces, ‘Ata había sido abandonado, maldito y olvidado.
No le tomó mucho tiempo al primer niño llegar al bote. «Mi nombre es Stephen», gritó. "Hemos estado aquí 15 meses".
Pero Peter notó algo extraño. Mirando a través de sus binoculares, vio parches quemados en los acantilados verdes. "En los trópicos es inusual que los incendios comiencen espontáneamente", nos dijo, medio siglo después. Entonces vio a un niño. Desnudo. Pelo hasta los hombros. Esta criatura salvaje saltó del acantilado y se sumergió en el agua. De repente, más niños lo siguieron, gritando a todo pulmón. No le tomó mucho tiempo al primer niño llegar al bote. "Mi nombre es Stephen", gritó en perfecto inglés. "Somos seis y creemos que hemos estado aquí 15 meses".
Los niños, una vez a bordo, afirmaron que eran estudiantes de un internado en Nuku‘alofa, la capital de Tonga. Cansados de las comidas escolares, habían decidido tomar un bote de pesca un día, solo para quedar atrapados en una tormenta. Probable historia, pensó Peter. Usando su radio bidireccional, llamó a Nuku‘alofa. "Tengo seis hijos aquí", le dijo al operador. "Stand by", fue la respuesta. Veinte minutos pasaron. (Cuando Peter cuenta esta parte de la historia, se le enturbian los ojos). Finalmente, un operador muy lloroso llamó a la radio y dijo: “¡Los encontraste! Estos muchachos han sido entregados por muertos. Se han celebrado funerales. ¡Si son ellos, esto es un milagro! "
En los meses que siguieron intenté reconstruir con la mayor precisión posible lo que había sucedido en ‘Ata. La memoria de Peter resultó ser excelente. Incluso a la edad de 90 años, todo lo que relataba era coherente con mi otra fuente principal, Mano, de 15 años en ese momento y ahora con 70 años, que vivía a unas pocas horas en coche de él. El verdadero Señor de las Moscas, nos dijo Mano, comenzó en junio de 1965. Los protagonistas fueron seis niños: Sione, Stephen, Kolo, David, Luke y Mano, todos alumnos de un estricto internado católico en Nuku‘alofa. El mayor tenía 16 años, el más joven 13, y tenían una cosa principal en común: estaban aburridos. Entonces idearon un plan para escapar: a Fiji, a unas 500 millas de distancia, o incluso hasta Nueva Zelanda.
Solo había un obstáculo. Ninguno de ellos era dueño de un bote, por lo que decidieron "tomar prestado" uno del Sr. Taniela Uhila, un pescador que a todos no les gustó. Los niños tomaron poco tiempo para prepararse para el viaje. Dos sacos de plátanos, unos pocos cocos y un pequeño quemador de gas fueron todos los suministros que empacaron. A ninguno de ellos se les ocurrió traer un mapa, y mucho menos una brújula.
Los muchachos habían establecido una comuna con jardín de alimentos, gimnasio, una cancha de bádminton, corrales de gallinas y un fuego permanente.
Nadie notó que la pequeña embarcación salía del puerto esa noche. Los cielos eran justos; solo una suave brisa agitaba el mar en calma. Pero esa noche los muchachos cometieron un grave error. Ellos se durmieron. Unas horas más tarde se despertaron con el agua cayendo sobre sus cabezas. Estaba oscuro. Levantaron la vela, que el viento rápidamente hizo trizas. El siguiente en romperse fue el timón. "Estuvimos a la deriva durante ocho días", me dijo Mano. "Sin comida. Sin agua." Los muchachos intentaron pescar. Se las arreglaron para recoger un poco de agua de lluvia en cáscaras de coco ahuecadas y la compartieron por igual entre ellos, cada uno tomando un sorbo por la mañana y otro por la noche.
Luego, al octavo día, vieron un milagro en el horizonte. Una pequeña isla, para ser precisos
#16 Luego, al octavo día, vieron un milagro en el horizonte. Una pequeña isla, para ser precisos. No es un paraíso tropical con palmeras ondulantes y playas de arena, sino una enorme masa de roca que sobresale más de mil pies del océano. En estos días, ‘Ata se considera inhabitable. Pero "para cuando llegamos", escribió el Capitán Warner en sus memorias, "los muchachos habían establecido una pequeña comuna con jardín de alimentos, troncos de árboles ahuecados para almacenar agua de lluvia, un gimnasio con pesas curiosas, una cancha de bádminton, corrales de pollo y un fuego permanente, todo por obra, una vieja cuchilla y mucha determinación ". Mientras que los muchachos de El señor de las moscas llegan a soplar sobre el fuego, aquellos en esta versión de la vida real tendieron su llama para que nunca se apagara, por más de un año.
Peter Warner, tercero desde la izquierda, con su tripulación en 1968, incluidos los sobrevivientes de ‘Ata.
FacebookTwitterPinterest El Sr. Peter Warner, tercero desde la izquierda, con su tripulación en 1968, incluidos los sobrevivientes de ‘Ata. Fotografía: Fairfax Media Archives / vía Getty Images
Los niños acordaron trabajar en equipos de dos, elaborando una lista estricta para el jardín, la cocina y la guardia. A veces se peleaban, pero cada vez que sucedía eso lo resolvían imponiendo un tiempo muerto. Sus días comenzaron y terminaron con canciones y oraciones. Kolo formó una guitarra improvisada de una pieza de madera flotante, media cáscara de coco y seis cables de acero rescatados de su barco destrozado, un instrumento que Peter ha guardado todos estos años, y lo tocó para ayudarlos a levantar el ánimo. Y sus espíritus necesitaban levantarse. Durante todo el verano apenas llovió, volviendo a los muchachos desesperados por la sed. Intentaron construir una balsa para salir de la isla, pero se derrumbó en el oleaje.
Lo peor de todo, Stephen se resbaló un día, se cayó de un acantilado y se rompió una pierna. Los otros muchachos se abrieron paso detrás de él y luego lo ayudaron a volver a la cima. Colocaron su pierna con palos y hojas. "No te preocupes", bromeó Sione. "¡Haremos tu trabajo, mientras tú yaces allí como el Rey Taufa‘ahau Tupou mismo!"
Sobrevivieron inicialmente con peces, cocos, pájaros domesticados (bebieron la sangre y comieron la carne); los huevos de aves marinas fueron succionados en seco. Más tarde, cuando llegaron a la cima de la isla, encontraron un antiguo cráter volcánico, donde la gente había vivido un siglo antes. Allí, los niños descubrieron el taro salvaje, los plátanos y las gallinas (que se habían estado reproduciendo durante los 100 años transcurridos desde la última salida de Tongans).
Cuando llegaron a casa, encontraron a la policía esperando para reunirse con ellos. Fueron arrestados y encarcelados
Finalmente fueron rescatados el domingo 11 de septiembre de 1966. El médico local más tarde expresó asombro por su físico musculoso y la pierna perfectamente curada de Stephen. Pero este no fue el final de la pequeña aventura de los niños, porque, cuando llegaron a Nuku‘alofa, la policía abordó el bote de Peter, arrestó a los niños y los metió en la cárcel. Taniela Uhila, cuyo bote de vela que los niños habían "prestado" 15 meses antes, todavía estaba furioso y decidió presentar cargos.
Afortunadamente para los niños, a Peter se le ocurrió un plan. Se le ocurrió que la historia de su naufragio era un material perfecto de Hollywood. Y siendo el contador corporativo de su padre, Peter manejó los derechos de la compañía y conocía a la gente en la televisión. Entonces, desde Tonga, llamó al gerente de Channel 7 en Sydney. "Puedes tener los derechos australianos", les dijo. "Dame los derechos mundiales". Luego, Peter le pagó al Sr. Uhila £ 150 por su viejo bote, y liberó a los niños con la condición de que cooperaran con la película. Unos días después, llegó un equipo del Canal 7.
El estado de ánimo cuando los niños regresaron a sus familias en Tonga era jubiloso. Casi toda la isla de Haʻafeva, con una población de 900 personas, había salido para darles la bienvenida a casa. Peter fue proclamado héroe nacional. Pronto recibió un mensaje del rey Taufa‘ahau Tupou IV, invitando al capitán a una audiencia. "Gracias por rescatar a seis de mis sujetos", dijo Su Alteza Real. "Ahora, ¿hay algo que pueda hacer por ti?" El capitán no tuvo que pensar mucho. "¡Si! Me gustaría atrapar la langosta en estas aguas y comenzar un negocio aquí ”. El rey consintió. Peter regresó a Sydney, renunció a la compañía de su padre y encargó un nuevo barco. Luego hizo que trajeran a los seis niños y les concedió lo que había comenzado todo: una oportunidad de ver el mundo más allá de Tonga. Los contrató como la tripulación de su nuevo barco de pesca.
Mientras que los muchachos de ‘Ata han sido enviados a la oscuridad, el libro de Golding todavía se lee ampliamente. Los historiadores de los medios incluso lo acreditan como el autor involuntario de uno de los géneros de entretenimiento más populares en la televisión hoy en día: reality TV. "Leí y releí El señor de las moscas", divulgó el creador de la exitosa serie Survivor en una entrevista.
Es hora de que contamos un tipo diferente de historia. El verdadero señor de las moscas es una historia de amistad y lealtad; uno que ilustra cuánto más fuertes somos si podemos apoyarnos el uno en el otro. Después de que mi esposa tomó la foto de Peter, se dirigió a un gabinete
#17 Es hora de que contamos un tipo diferente de historia. El verdadero señor de las moscas es una historia de amistad y lealtad; uno que ilustra cuánto más fuertes somos si podemos apoyarnos el uno en el otro. Después de que mi esposa tomó la foto de Peter, se volvió hacia un gabinete y rebuscó un poco, luego sacó un pesado montón de papeles que puso en mis manos. Sus memorias, explicó, escritas para sus hijos y nietos. Miré hacia la primera página. "La vida me ha enseñado mucho", comenzó, "incluyendo la lección de que siempre debes buscar lo que es bueno y positivo en las personas".
• Este es un extracto adaptado de Rutger Bregman’s Humankind, traducido por Elizabeth Manton y Erica Moore. Una sesión de preguntas y respuestas en vivo con Bregman y Owen Jones tiene lugar a las 7 p.m.del 19 de mayo de 2020.
#1 Odio a muerte los artículos en los que el 90% del mismo es "así hice yo el artículo", a mi que coño me importa lo que haya pasado el periodista en el proceso de crear su mierda?
#2 Ya ves! Y mira que al principio dices "vaya panda de descerebrados que ni una brújula se les ocurrió llevar". Pero luego lees como se organizaron y joder, es para quitarse el sombrero. Mantuvieron un fuego encendido 24/7 durante mas de un año, cuidaron de su compañero que se rompió una pierna, y cuando tenían bronca lo solucionaban con un time-out para que se calmasen los ánimos.
Este tema no es banal, ni se queda en si es una novela o no. Las ficciones tienen un poder tremendo sobre como nos vemos a nosotros mismos, como creemos que es la naturaleza humana o de un país (ej: en españa, la losa de "El Lazarillo de Tormes" nos persigue una y otra vez, haciéndonos creer que somos picaros, egoístas y tramposos por naturaleza).
Y más alla. A nivel conceptual, el liberalismo, de inspiración anglosajona, es en esencia una creencia de que el ser humano es egoísta y que ese egoísmo es inevitable, pero es bueno agregado porque beneficia a la sociedad.
Esta creencia es, sencillamente, mentira. Pero el machaque conceptual, mediático e ideológico, nos ha llevado a creer que el neoliberalismo es el estado natural del ser humano.
No es para nada trivial esto, mucho ojo. El actor "racional" de la economía o de las Ciencias Politicas, son supuestos irreales, falsos. Y hay que empezar a señalarlos y cuestionarlos, porque de ese supuesto, se derivan, inevitablemente, políticas que favorecen la desigualdad.
#13 Es bastante gracioso para mi por que hace solo unos días hubo alguien en los comentarios que me mencionaba como era totalmente imposible establecer una sociedad sin autoridad (hablando del anarquismo y por supuesto también ha habido comunas sin líderes en la historia) y que confiaba demasiado en la naturaleza buena del ser humano. ¿Qué ejemplo ponía en contra? El libro de "El señor de las moscas".
#24 Casi el mismo argumento de los bolcheviques cuando abordaron los soviets, donde convivían y actuaban socialistas y comunistas, diciendo que en tiempos de guerra se necesitaban líderes fuertes, no asambleas interminables. Y luego se inventaron el concepto de "revolución permanente" (porque siempre hay "malos" al acecho) quedando con el nombre "soviético" pero minimizando su participación y creando, una vez más, la dictadura de una élite.
#34¿La ficción es la nueva biblia? Estoy en desacuerdo total, por dos motivos. El primero es que la biblia es ficción.
El otro es que todas las sociedades se han organizado y definido mediante ficciones, ya sea la biblia, el código de Hammurabi (año -1975) o la Declaración de Independencia de Estados Unidos (año 1776). El historiador Yuval Noah Harari lo explica de forma detallada y precisa en su libro "De animales a dioses" (2014).
#30 Sí, pero para mí éste era especial. Llegabas a un lugar desconocido con apenas tres recursos, poca experiencia y otra gente, y encontrabas el modo de organizarte, de prosperar, de sobrevivir... Me encantaba. De hecho, aún me encanta, y creo es la causa de que siempre haya deseado ser autosuficiente.
#31 A mí me gusta porque es muy esperanzador. Habla extraordinariamente bien de la naturaleza humana, y también de qué significa crecer y madurar; y además es entretenidísimo y tiene muchas aventuras. Lo leí hace mucho tiempo, pero Verne no suele decepcionar en una segunda lectura y estoy segura de que me volvería a encantar si lo releyera.
Creo realmente que para que algo como El señor de las moscas hubiera ocurrido, tendría que haber habido muchos más niños. Para que éstos se separaran y segregaran por determinadas razones. Grupos pequeños tienden a estar más organizados y permanecer juntos para protegerse mutuamente. Quiero ser optimista por la historia. Pero creo que ahí radica la diferencia entre la ficción del libro y la realidad de esta historia.
Sí es cierto que El señor de las moscas es ficción y nunca sabremos si algo así habría ocurrido. Luego esta historia real tiene más veracidad.
#7 Hay multitud de casos de niños salvajes, incluido un español Marcos Rodriguez que estuvo acompañado únicamente por lobos desde los 7 años. no creo que un grupo se comportase de forma distinta
#41 Si lo es, a nivel individual puede darte más tranquilidad saber que en el futuro tendrás tus necesidades cubiertas y no acabarás tirado en la calle.
#43 Porque suponen una ventaja individual para cuando uno es anciano o está enfermo. Es una especie de seguro, si no cuidas a enfermos/ancianos, cuando estés enfermo/anciano, estás jodido. Al final por eso se vive en sociedad, porque es beneficioso individualmente.
#44 No es ningún seguro, pues las personas a las que tú estás cuidando no son las que te van a cuidar a ti (en el caso de los ancianos, seguro; en el caso de los enfermos, en función de la enfermedad, lo mismo). No hay reciprocidad.
#45 Ein? Claro que no son las mismas, es la sociedad que se ha creado basándose en ciertos comportamientos, como el ejemplo que comentas de cuidar ancianos/enfermos. La gran mayoría de ventajas de vivir y crear una sociedad, por no decir todas, son ventajas que compensan porque afectan (o podrían afectar) a título individual a todo el mundo. No es algo altruismo o porque "el ser humano es bueno por naturaleza"...
#46 Entonces no es posible atribuir a ese comportamiento a una motivación de tipo egoista individual, porque para empezar (como tú mismo dices), ni siquiera es un comportamiento individual. Atribuir a la especie humana como conjunto una conciencia que razona de la misma manera que un individuo (y, en realidad, como uno muy en particular: tú) es puro pensamiento mágico. La sociedad no se crea por una decisión consensuada bajo una deliberación racional de coste-beneficio. La sociedad es connatural al ser humano, no se crea mágicamente porque "aporte ventajas". Y el cuidado de enfermos y ancianos está presente en las sociedades humanas desde el comienzo.
Esto forma parte de la naturaleza humana no porque "el ser humano sea bueno por naturaleza" sino porque el ser humano, como especie, no podría existir sin la colaboración entre sus miembros. No es algo "bueno" o "malo", es una condición necesaria para la existencia de la especie humana.
#20 La verdad es que no. Fue una temporada que devoré una tonelada de libros de Marvin Harris y autores contrarios a el. Y me quedé con esa anécdota en la cabeza
Captain Warner wrote in his memoirs, “the boys had set up a small commune with food garden, hollowed-out tree trunks to store rainwater, a gymnasium with curious weights, a badminton court, chicken pens and a permanent fire, all from handiwork, an old knife blade and much determination.”
The kids agreed to work in teams of two, drawing up a strict roster for garden, kitchen and guard duty
El individuo en si mismo no es gran cosa, el grupo es mucho mas fuerte.
Desgraciadamente, es esta sociedad hiperpoblada, cada vez pensamos mas como individuos.
.. Este articulo me recuerda mucho a los trabajos de antropología en tribu "violentas" donde el antropologo decía
"...No se porque se considera homicida esa tribu en los 6 meses que conviví no vi ninguna muerte, debería cambiarse la opinión bla bla bla...."
-Haciéndose bestseller y reforzando la imagen del buen salvaje, años mas tarde se revisó el trabajo y se concluyó que para una población tan pequeña lo máximo que podían aguantar-tenían era una muerte violenta cada 12-13 meses y que la antropología tuvo una visión sesgada. Luego lo confirmaron hablando "tranquilamente-honradamente" con la tribu y no era dificil encontrar mujeres, que se había vuelto a casar con el asesino de su anterior marido.
Hablamos de un grupo pequeño más o menos ya cohesionado, con el mismo background de escuela catolica, además que se unieron para hacer la travesura y robar un barco.. No muy comparable a la situación planteada en el señor de las moscas que no deja de ser una novela.
Llegar a la conclusión que el ser humano es incivilizado no es complicado. El bonito artículo por mucho que el autor se empeñe en negarlo no cambia la naturaleza humana que siempre es egoista y dañina con sus semejantes.
El bullying no es algo aislado, es algo frecuente mientras los otros niños miran hacia otro lado, y en audltos pued no hace falta decir nada más.
Solo hay que ver Meneame llena de lecciones de moral pero hecho con un sistema de karma que penzalisa las voces disidentes. Que se critica fuertemente burbuja pero aqui son el opuesto.. Donde la informacion es totalmente sesgada y se acribilla a negativos no a quien se lo merece, sino a quien no sigue el rebaño.
El ser humano es así, yo me he cansado de hacer regalos (he regalado hasta viajes) de gente que luego te traiciona en cuanto puede. Lo he aceptado como parte de la vida y por mucho que me gustase el ser humano es y siempre será así.
Si alguien no te jode es porque no puede, ten éxito en la vida, gana dinero y verás Cuantos amigos pierdes y cuantos otros te traicionan.
#36 Si la naturaleza humana fuera siempre egoísta y dañina seríamos incapaces de sobrevivir precisamente por la naturaleza precaria y dependiente del ser humano. Si algo caracteriza al ser humano es precisamente lo contrario: su capacidad para colaborar. Lo cual no significa que no haya cabronadas, por supuesto.
#37 Si sobrevivimos es porque hay unas NORMAS y no cumplirlas está penalizado SOCIALMENTE o JURIDICAMENTE.
Si quitas estos dos castigos la gente comienza a comportarse como realmente es.
Que no has visto que pasa con el confinamiento cuando das un poco de libertad? Que actitud está teniendo mucha gente?
El otro dia un amigo de un grupo de whatsapp dijo que le indignaba mucho no salir y que los demás le importaban una mierda. Y no es mal tipo, es el tipico que parece e buenachón, que nunca tiene peleas con nadie.
De todas formas con 15 años que tenian los chicos ya no es que se fueran simplemente a volver salvajes. En el libro del señor de las moscas los niños son mas pequeños y estan mucho mas expuestos a los azares de la supervivencia.
Comentarios
Un fragmento traducido, por si puede ser de utilidad.
Cuando un grupo de escolares fueron abandonados en una isla en 1965, resultó muy diferente del bestseller de William Golding, escribe Rutger Bregman
Durante siglos la cultura occidental ha estado impregnada por la idea de que los humanos son criaturas egoístas. Esa cínica imagen de la humanidad ha sido proclamada en películas y novelas, libros de historia e investigación científica. Pero en los últimos 20 años, algo extraordinario ha sucedido. Científicos de todo el mundo han cambiado a una visión más esperanzadora de la humanidad. Este desarrollo es todavía tan joven que los investigadores de diferentes campos a menudo ni siquiera se conocen entre sí.
Cuando empecé a escribir un libro sobre esta visión más esperanzadora, sabía que había una historia que tendría que abordar. Tiene lugar en una isla desierta en algún lugar del Pacífico. Un avión acaba de caer. Los únicos supervivientes son unos escolares británicos, que no pueden creer su buena suerte. No hay nada más que playa, conchas y agua en kilómetros. Y mejor aún: no hay adultos.
El primer día, los chicos instituyen una especie de democracia. Un chico, Ralph, es elegido para ser el líder del grupo. Atlético, carismático y guapo, su plan de juego es simple: 1) Divertirse. 2) Sobrevivir. 3) Hacer señales de humo para los barcos que pasan. El número uno es un éxito. ¿Los otros? No tanto. Los chicos están más interesados en festejar y retozar que en atender el fuego. En poco tiempo, han empezado a pintarse la cara. Se quitaron la ropa. Y desarrollan impulsos abrumadores: pellizcar, patear, morder.
Para cuando un oficial naval británico llega a la costa, la isla es un páramo humeante. Tres de los niños están muertos. "Debería haber pensado", dice el oficial, "que una manada de chicos británicos sería capaz de dar un mejor espectáculo que eso". En esto, Ralph estalla en lágrimas. "Ralph lloró por el fin de la inocencia", leemos, y por "la oscuridad del corazón del hombre".
Esta historia nunca ocurrió. Un maestro inglés, William Golding, inventó esta historia en 1951 - su novela El Señor de las Moscas vendería decenas de millones de copias, sería traducida a más de 30 idiomas y aclamada como uno de los clásicos del siglo XX. En retrospectiva, el secreto del éxito del libro está claro. Golding tenía una habilidad magistral para retratar las más oscuras profundidades de la humanidad. Por supuesto, tenía el espíritu de los años 60 de su lado, cuando una nueva generación cuestionaba a sus padres sobre las atrocidades de la segunda guerra mundial. Si Auschwitz hubiera sido una anomalía, querían saberlo, o si hay un nazi escondido en cada uno de nosotros.
Leí por primera vez El señor de las moscas cuando era adolescente. Recuerdo haberme sentido desilusionado después, pero ni por un segundo pensé en dudar de la visión de Golding sobre la naturaleza humana. Eso no sucedió hasta años después cuando comencé a indagar en la vida del autor. Me enteré de lo infeliz que había sido: un alcohólico, propenso a la depresión; un hombre que golpeaba a sus hijos. "Siempre he entendido a los nazis", confesó Golding, "porque soy de ese tipo por naturaleza". Y fue "en parte por ese triste autoconocimiento" que escribió El Señor de las Moscas.
Empecé a preguntarme: ¿alguien ha estudiado alguna vez lo que los niños de verdad harían si se encontraran solos en una isla desierta? Escribí un artículo sobre el tema, en el que comparé a "El señor de las moscas" con los conocimientos científicos modernos y concluí que, con toda probabilidad, los niños actuarían de forma muy diferente. Los lectores respondieron con escepticismo. Todos mis ejemplos se referían a niños en casa, en la escuela o en un campamento de verano. Así comenzó mi búsqueda de un verdadero Señor de las Moscas. Después de rastrear la web por un tiempo, me encontré con un oscuro blog que contaba una historia fascinante: "Un día, en 1977, seis chicos salieron de Tonga en un viaje de pesca ... Atrapados en una gran tormenta, los chicos naufragaron en una isla desierta. ¿Qué es lo que hacen, esta pequeña tribu? Hicieron un pacto de no pelearse nunca".
El artículo no proporcionó ninguna fuente. Pero a veces todo lo que se necesita es un golpe de suerte. Un día hojeando un archivo de periódico, escribí un año incorrectamente y ahí estaba. La referencia a 1977 resultó ser una errata. En la edición del 6 de octubre de 1966 del periódico australiano The Age, me saltó un titular: "Proyección dominical para náufragos tonganos". La historia se refería a seis chicos que habían sido encontrados tres semanas antes en un islote rocoso al sur de Tonga, un grupo de islas en el Océano Pacífico. Los niños habían sido rescatados por un capitán de mar australiano después de haber estado abandonados en la isla de 'Ata durante más de un año. Según el artículo, el capitán incluso había conseguido que un canal de televisión filmara una recreación de la aventura de los chicos.
Estaba lleno de preguntas. ¿Estaban los chicos todavía vivos? ¿Y podría encontrar las imágenes de la televisión? Lo más importante, sin embargo, era que tenía una pista: el nombre del capitán era Peter Warner. Cuando lo busqué, tuve otro golpe de suerte. En un número reciente de un pequeño periódico local de Mackay, Australia, me encontré con el titular: "Los compañeros comparten un bono a 50 años". Junto a él había una pequeña fotografía de dos hombres sonriendo, uno con el brazo colgado del otro. El artículo comenzó: "En lo profundo de una plantación de bananas en Tullera, cerca de Lismore, se sienta una pareja de compañeros poco probable... El mayor tiene 83 años, hijo de un rico industrial. El más joven, 67, era, literalmente, un hijo de la naturaleza". ¿Sus nombres? Peter Warner y Mano Totau. ¿Y dónde se conocieron? En una isla desierta.
Mi esposa Maartje y yo alquilamos un coche en Brisbane y unas tres horas más tarde llegamos a nuestro destino, un lugar en medio de la nada que desconcertó a Google Maps. Sin embargo, allí estaba él, sentado frente a una casa de baja altura en el camino de tierra: el hombre que rescató a seis niños perdidos hace 50 años, el Capitán Peter Warner. [...]
#1 Hay que entender el libro de Golding en su contexto, era una "respuesta" ha una serie de libros infantiles que mostraban como un grupo de niños naufragos británicos que vivían aventuras y acaban formando una mini-Ingleterra siguiendo los valores de la civilización.
Golding creía que era más pobable que un grupo de niños se adaptara al entorno salvaje que al revés. El libro es bastante metafórico, cada personaje representa un concepto abstrato (la civilización, la violencia, la ciencia, la religión) no pretende ser realista.
Lo más lógico es lo que pasa en el artículo, que el grupo de niños se apoyase para sobrevivir en vez de crear o dejar la civilización.
Sería más interesante que el Señor de las Moscas hubiera durado años en vez de meses, mostrando una verdadera falta de esperanza en el rescate y la creación de una nueva "nueva normalidad", pero entonces ya se tendría que haber metido en temas más graves con el sexo, la dictadura, el asesinato, y eso sería más difícil de vender.
#5 exacto. Es una metáfora de la sociedad.
Las dos más interesante sin la de Simón y Roger.
Simon es alter ego de el señor de las moscas. Representa la razón frente a la religión. Es el único que tiene una solución racional al monstruo de la montaña y los ruidos nocturnos pero hasta el más inteligente, piggy, se burla de el. Porque hasta para los más inteligentes en un contexto de falta de madurez es más fácil creer en el mito que en la razón. Cuando Simón descubre que el monstruo es un simple paracaídas es asesinado en un ritual al "señor de las moscas". La religión asesina metafóricamente a la razón y ahí es cuando Jack se hace con el control de la isla de manera clara.
La otra metáfora interesante es Roger, un chico callado y poco carismático pero violento y sociopatico. Al principio se conforma con tirar piedras a sus compañeros de lejos pero bajo el amparo del líder se siente poderoso. Mara a Piggy porque es "solo una mancha" , los despersonaliza y lo mata. Y "afila un palo por las dos puntas" (con el objetivo de clavar allí la cabeza de Ralph hecho que no entiende Ralph cuando le explican) . Es el verdugo necesario para los dictadores, la violencia, capaz de hacer lo que no es capaz de hacer Roger y es una representación de todos los verdugos necesarios para hacer algo como el holocausto. Los que da poder y terror a los dictadores. Su alter ego es Piggy, que representa el orden y la inteligencia. Cuando muere Piggy el salvajismo llega a su cuota más álgida
#5 para ser justos, también se podría tomar el libro como una crítica social a la parcialidad de la "sociedad" y los prejuicios: los niños son entes cuasi monolíticos, en el sentido que todos son blancos, heteros, de colegio privado rico y con cierto sentido del "privilegio" recibido del imperialismo británico (yo soy mejor que los demás y los demás me deben algo). Por eso la "civilización" que intentan montar en la isla se va a la mierda, al carecer de empatía para comprender las necesidades de los demás o simplemente de no ser conscientes de eso, y por eso Piggy (que no se ajusta al molde) y Ralph (que por extensión está con él) acaban aislados (y uno muerto), mientras Jack (que es la máxima expresión de ese privilegio inconsciente) acaba de líder.
Lo más parecido hasta la fecha que se ha hecho es Beauty Queens de Libba Bray, que es una sátira de cachondeo de cómo unas concursantes de reality de modelos se estrellan en una isla. Pero a diferencia de los niños, consiguen montar algo porque evolucionan de ser "clones" "a ser diferentes" y aceptar esas diferencias
No sé si se me entiende, me explico como el culo
#38 También es bastante clasista al mostrar las clases bajas como los niños más pequeños: poco inteligentes, sin ningún autocontrol y que creen en las supersticiones. Me recuerdan a los proles de 1984.
#5 El problema es que implicas que adaptarse a un entorno salvaje significa de alguna manera volverse violento. Lo que cuestiona el articulo es esa predisposicion fatalista de nuestra cultura en cuanto a la naturaleza del ser humano.
#5 Yo considero ese libro (y cosas como Walking Dead) como hijos del miedo que sobre los "iletrados" o los "salvajes" que nos ha inculcado una sociedad que llama "edad oscura" a una época europea donde la población se libró de grandes imperios y vivió bastante bien, para luego llamar "renacimiento" a la vuelta al esclavismo y el servilismo que surgió tras la Edad Media....
Nos dicen por activa y por pasiva que el vivir en un sistema con reglas impuestas por medio de la violencia (tanto física como económica) es imperativo para suprimir nuestros "instintos" y la jerarquía es imprescindible para ello, cuando las organizaciones espontaneas sin jerarquías hacen que las sociedades sean más felices y justas... Tienden a tener menos reglas y a centrarse en otras maneras en la toma de decisiones distinta a la imposición.
Eso también se ve en momentos de crisis, como el que acapara es apartado por la sociedad (si no tiene una fuerza armada que lo proteja) y son las sociedades que comparten las que florecen antes, salvan mejor la situación.
#1 Mi esposa Maartje y yo alquilamos un automóvil en Brisbane y unas tres horas después llegamos a nuestro destino, un lugar en el medio de la nada que desconcertó a Google Maps. Sin embargo, allí estaba, sentado frente a una casa baja del camino de tierra: el hombre que rescató a seis niños perdidos hace 50 años, el capitán Peter Warner.
Salvajismo en la adaptación cinematográfica de 1963 de El señor de las moscas.
FacebookTwitterPinterest Savagery en la adaptación cinematográfica de 1963 de El señor de las moscas. Fotografía: Ronald Grant
Peter era el hijo menor de Arthur Warner, una vez uno de los hombres más ricos y poderosos de Australia. En la década de 1930, Arthur gobernó un vasto imperio llamado Electronic Industries, que dominaba el mercado de radio del país en ese momento. Peter fue preparado para seguir los pasos de su padre. En cambio, a la edad de 17 años, escapó al mar en busca de aventuras y pasó los siguientes años navegando desde Hong Kong a Estocolmo, Shanghai a San Petersburgo. Cuando finalmente regresó cinco años más tarde, el hijo pródigo le entregó con orgullo a su padre un certificado de capitán sueco. Sin impresionarse, Warner Sr le exigió a su hijo que aprendiera una profesión útil. "¿Qué es más fácil?" Peter preguntó. "Contabilidad", mintió Arthur.
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Peter fue a trabajar para la compañía de su padre, pero el mar todavía hacía señas, y cada vez que podía iba a Tasmania, donde mantenía su propia flota pesquera. Fue esto lo que lo llevó a Tonga en el invierno de 1966. En el camino a casa tomó un pequeño desvío y fue entonces cuando lo vio: una isla minúscula en el mar azul, ‘Ata. La isla había estado habitada una vez, hasta un día oscuro en 1863, cuando apareció un barco de esclavos en el horizonte y navegó con los nativos. Desde entonces, ‘Ata había sido abandonado, maldito y olvidado.
No le tomó mucho tiempo al primer niño llegar al bote. «Mi nombre es Stephen», gritó. "Hemos estado aquí 15 meses".
Pero Peter notó algo extraño. Mirando a través de sus binoculares, vio parches quemados en los acantilados verdes. "En los trópicos es inusual que los incendios comiencen espontáneamente", nos dijo, medio siglo después. Entonces vio a un niño. Desnudo. Pelo hasta los hombros. Esta criatura salvaje saltó del acantilado y se sumergió en el agua. De repente, más niños lo siguieron, gritando a todo pulmón. No le tomó mucho tiempo al primer niño llegar al bote. "Mi nombre es Stephen", gritó en perfecto inglés. "Somos seis y creemos que hemos estado aquí 15 meses".
Los niños, una vez a bordo, afirmaron que eran estudiantes de un internado en Nuku‘alofa, la capital de Tonga. Cansados de las comidas escolares, habían decidido tomar un bote de pesca un día, solo para quedar atrapados en una tormenta. Probable historia, pensó Peter. Usando su radio bidireccional, llamó a Nuku‘alofa. "Tengo seis hijos aquí", le dijo al operador. "Stand by", fue la respuesta. Veinte minutos pasaron. (Cuando Peter cuenta esta parte de la historia, se le enturbian los ojos). Finalmente, un operador muy lloroso llamó a la radio y dijo: “¡Los encontraste! Estos muchachos han sido entregados por muertos. Se han celebrado funerales. ¡Si son ellos, esto es un milagro! "
En los meses que siguieron intenté reconstruir con la mayor precisión posible lo que había sucedido en ‘Ata. La memoria de Peter resultó ser excelente. Incluso a la edad de 90 años, todo lo que relataba era coherente con mi otra fuente principal, Mano, de 15 años en ese momento y ahora con 70 años, que vivía a unas pocas horas en coche de él. El verdadero Señor de las Moscas, nos dijo Mano, comenzó en junio de 1965. Los protagonistas fueron seis niños: Sione, Stephen, Kolo, David, Luke y Mano, todos alumnos de un estricto internado católico en Nuku‘alofa. El mayor tenía 16 años, el más joven 13, y tenían una cosa principal en común: estaban aburridos. Entonces idearon un plan para escapar: a Fiji, a unas 500 millas de distancia, o incluso hasta Nueva Zelanda.
Solo había un obstáculo. Ninguno de ellos era dueño de un bote, por lo que decidieron "tomar prestado" uno del Sr. Taniela Uhila, un pescador que a todos no les gustó. Los niños tomaron poco tiempo para prepararse para el viaje. Dos sacos de plátanos, unos pocos cocos y un pequeño quemador de gas fueron todos los suministros que empacaron. A ninguno de ellos se les ocurrió traer un mapa, y mucho menos una brújula.
Los muchachos habían establecido una comuna con jardín de alimentos, gimnasio, una cancha de bádminton, corrales de gallinas y un fuego permanente.
Nadie notó que la pequeña embarcación salía del puerto esa noche. Los cielos eran justos; solo una suave brisa agitaba el mar en calma. Pero esa noche los muchachos cometieron un grave error. Ellos se durmieron. Unas horas más tarde se despertaron con el agua cayendo sobre sus cabezas. Estaba oscuro. Levantaron la vela, que el viento rápidamente hizo trizas. El siguiente en romperse fue el timón. "Estuvimos a la deriva durante ocho días", me dijo Mano. "Sin comida. Sin agua." Los muchachos intentaron pescar. Se las arreglaron para recoger un poco de agua de lluvia en cáscaras de coco ahuecadas y la compartieron por igual entre ellos, cada uno tomando un sorbo por la mañana y otro por la noche.
Luego, al octavo día, vieron un milagro en el horizonte. Una pequeña isla, para ser precisos
#16 Luego, al octavo día, vieron un milagro en el horizonte. Una pequeña isla, para ser precisos. No es un paraíso tropical con palmeras ondulantes y playas de arena, sino una enorme masa de roca que sobresale más de mil pies del océano. En estos días, ‘Ata se considera inhabitable. Pero "para cuando llegamos", escribió el Capitán Warner en sus memorias, "los muchachos habían establecido una pequeña comuna con jardín de alimentos, troncos de árboles ahuecados para almacenar agua de lluvia, un gimnasio con pesas curiosas, una cancha de bádminton, corrales de pollo y un fuego permanente, todo por obra, una vieja cuchilla y mucha determinación ". Mientras que los muchachos de El señor de las moscas llegan a soplar sobre el fuego, aquellos en esta versión de la vida real tendieron su llama para que nunca se apagara, por más de un año.
Peter Warner, tercero desde la izquierda, con su tripulación en 1968, incluidos los sobrevivientes de ‘Ata.
FacebookTwitterPinterest El Sr. Peter Warner, tercero desde la izquierda, con su tripulación en 1968, incluidos los sobrevivientes de ‘Ata. Fotografía: Fairfax Media Archives / vía Getty Images
Los niños acordaron trabajar en equipos de dos, elaborando una lista estricta para el jardín, la cocina y la guardia. A veces se peleaban, pero cada vez que sucedía eso lo resolvían imponiendo un tiempo muerto. Sus días comenzaron y terminaron con canciones y oraciones. Kolo formó una guitarra improvisada de una pieza de madera flotante, media cáscara de coco y seis cables de acero rescatados de su barco destrozado, un instrumento que Peter ha guardado todos estos años, y lo tocó para ayudarlos a levantar el ánimo. Y sus espíritus necesitaban levantarse. Durante todo el verano apenas llovió, volviendo a los muchachos desesperados por la sed. Intentaron construir una balsa para salir de la isla, pero se derrumbó en el oleaje.
Lo peor de todo, Stephen se resbaló un día, se cayó de un acantilado y se rompió una pierna. Los otros muchachos se abrieron paso detrás de él y luego lo ayudaron a volver a la cima. Colocaron su pierna con palos y hojas. "No te preocupes", bromeó Sione. "¡Haremos tu trabajo, mientras tú yaces allí como el Rey Taufa‘ahau Tupou mismo!"
Sobrevivieron inicialmente con peces, cocos, pájaros domesticados (bebieron la sangre y comieron la carne); los huevos de aves marinas fueron succionados en seco. Más tarde, cuando llegaron a la cima de la isla, encontraron un antiguo cráter volcánico, donde la gente había vivido un siglo antes. Allí, los niños descubrieron el taro salvaje, los plátanos y las gallinas (que se habían estado reproduciendo durante los 100 años transcurridos desde la última salida de Tongans).
Cuando llegaron a casa, encontraron a la policía esperando para reunirse con ellos. Fueron arrestados y encarcelados
Finalmente fueron rescatados el domingo 11 de septiembre de 1966. El médico local más tarde expresó asombro por su físico musculoso y la pierna perfectamente curada de Stephen. Pero este no fue el final de la pequeña aventura de los niños, porque, cuando llegaron a Nuku‘alofa, la policía abordó el bote de Peter, arrestó a los niños y los metió en la cárcel. Taniela Uhila, cuyo bote de vela que los niños habían "prestado" 15 meses antes, todavía estaba furioso y decidió presentar cargos.
Afortunadamente para los niños, a Peter se le ocurrió un plan. Se le ocurrió que la historia de su naufragio era un material perfecto de Hollywood. Y siendo el contador corporativo de su padre, Peter manejó los derechos de la compañía y conocía a la gente en la televisión. Entonces, desde Tonga, llamó al gerente de Channel 7 en Sydney. "Puedes tener los derechos australianos", les dijo. "Dame los derechos mundiales". Luego, Peter le pagó al Sr. Uhila £ 150 por su viejo bote, y liberó a los niños con la condición de que cooperaran con la película. Unos días después, llegó un equipo del Canal 7.
El estado de ánimo cuando los niños regresaron a sus familias en Tonga era jubiloso. Casi toda la isla de Haʻafeva, con una población de 900 personas, había salido para darles la bienvenida a casa. Peter fue proclamado héroe nacional. Pronto recibió un mensaje del rey Taufa‘ahau Tupou IV, invitando al capitán a una audiencia. "Gracias por rescatar a seis de mis sujetos", dijo Su Alteza Real. "Ahora, ¿hay algo que pueda hacer por ti?" El capitán no tuvo que pensar mucho. "¡Si! Me gustaría atrapar la langosta en estas aguas y comenzar un negocio aquí ”. El rey consintió. Peter regresó a Sydney, renunció a la compañía de su padre y encargó un nuevo barco. Luego hizo que trajeran a los seis niños y les concedió lo que había comenzado todo: una oportunidad de ver el mundo más allá de Tonga. Los contrató como la tripulación de su nuevo barco de pesca.
Mientras que los muchachos de ‘Ata han sido enviados a la oscuridad, el libro de Golding todavía se lee ampliamente. Los historiadores de los medios incluso lo acreditan como el autor involuntario de uno de los géneros de entretenimiento más populares en la televisión hoy en día: reality TV. "Leí y releí El señor de las moscas", divulgó el creador de la exitosa serie Survivor en una entrevista.
Es hora de que contamos un tipo diferente de historia. El verdadero señor de las moscas es una historia de amistad y lealtad; uno que ilustra cuánto más fuertes somos si podemos apoyarnos el uno en el otro. Después de que mi esposa tomó la foto de Peter, se dirigió a un gabinete
#17 Es hora de que contamos un tipo diferente de historia. El verdadero señor de las moscas es una historia de amistad y lealtad; uno que ilustra cuánto más fuertes somos si podemos apoyarnos el uno en el otro. Después de que mi esposa tomó la foto de Peter, se volvió hacia un gabinete y rebuscó un poco, luego sacó un pesado montón de papeles que puso en mis manos. Sus memorias, explicó, escritas para sus hijos y nietos. Miré hacia la primera página. "La vida me ha enseñado mucho", comenzó, "incluyendo la lección de que siempre debes buscar lo que es bueno y positivo en las personas".
• Este es un extracto adaptado de Rutger Bregman’s Humankind, traducido por Elizabeth Manton y Erica Moore. Una sesión de preguntas y respuestas en vivo con Bregman y Owen Jones tiene lugar a las 7 p.m.del 19 de mayo de 2020.
#1 Odio a muerte los artículos en los que el 90% del mismo es "así hice yo el artículo", a mi que coño me importa lo que haya pasado el periodista en el proceso de crear su mierda?
Impresionante historia. Los pelos de punta.
#2 Ya ves! Y mira que al principio dices "vaya panda de descerebrados que ni una brújula se les ocurrió llevar". Pero luego lees como se organizaron y joder, es para quitarse el sombrero. Mantuvieron un fuego encendido 24/7 durante mas de un año, cuidaron de su compañero que se rompió una pierna, y cuando tenían bronca lo solucionaban con un time-out para que se calmasen los ánimos.
Este tema no es banal, ni se queda en si es una novela o no. Las ficciones tienen un poder tremendo sobre como nos vemos a nosotros mismos, como creemos que es la naturaleza humana o de un país (ej: en españa, la losa de "El Lazarillo de Tormes" nos persigue una y otra vez, haciéndonos creer que somos picaros, egoístas y tramposos por naturaleza).
Y más alla. A nivel conceptual, el liberalismo, de inspiración anglosajona, es en esencia una creencia de que el ser humano es egoísta y que ese egoísmo es inevitable, pero es bueno agregado porque beneficia a la sociedad.
Esta creencia es, sencillamente, mentira. Pero el machaque conceptual, mediático e ideológico, nos ha llevado a creer que el neoliberalismo es el estado natural del ser humano.
No es para nada trivial esto, mucho ojo. El actor "racional" de la economía o de las Ciencias Politicas, son supuestos irreales, falsos. Y hay que empezar a señalarlos y cuestionarlos, porque de ese supuesto, se derivan, inevitablemente, políticas que favorecen la desigualdad.
#13 Es bastante gracioso para mi por que hace solo unos días hubo alguien en los comentarios que me mencionaba como era totalmente imposible establecer una sociedad sin autoridad (hablando del anarquismo y por supuesto también ha habido comunas sin líderes en la historia) y que confiaba demasiado en la naturaleza buena del ser humano. ¿Qué ejemplo ponía en contra? El libro de "El señor de las moscas".
#24 Casi el mismo argumento de los bolcheviques cuando abordaron los soviets, donde convivían y actuaban socialistas y comunistas, diciendo que en tiempos de guerra se necesitaban líderes fuertes, no asambleas interminables. Y luego se inventaron el concepto de "revolución permanente" (porque siempre hay "malos" al acecho) quedando con el nombre "soviético" pero minimizando su participación y creando, una vez más, la dictadura de una élite.
#13 Yo tambien pienso que la ficcion es la nueva biblia y nos inculca muchas formas de encontrar que no tiene porque ser la mejor.
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Irrfan Khan: fallece el actor de 'La vida de Pi' y...
hola.com#34 ¿La ficción es la nueva biblia? Estoy en desacuerdo total, por dos motivos. El primero es que la biblia es ficción.
El otro es que todas las sociedades se han organizado y definido mediante ficciones, ya sea la biblia, el código de Hammurabi (año -1975) o la Declaración de Independencia de Estados Unidos (año 1776). El historiador Yuval Noah Harari lo explica de forma detallada y precisa en su libro "De animales a dioses" (2014).
#47 en efecto, los relatos y los cuentos, lo simbólico, SIEMPRE han definido nuestra realidad social, nuestra cultura. Es antropología básica.
Así que la historia real se parece más a Dos años de vacaciones, de Julio Verne.
#6 Mi libro favorito de niña.
#29 Me encantaban todos los de Julio Verne
Un capitán de quince años también es muy bonito.
#30 Sí, pero para mí éste era especial. Llegabas a un lugar desconocido con apenas tres recursos, poca experiencia y otra gente, y encontrabas el modo de organizarte, de prosperar, de sobrevivir... Me encantaba. De hecho, aún me encanta, y creo es la causa de que siempre haya deseado ser autosuficiente.
#31 A mí me gusta porque es muy esperanzador. Habla extraordinariamente bien de la naturaleza humana, y también de qué significa crecer y madurar; y además es entretenidísimo y tiene muchas aventuras. Lo leí hace mucho tiempo, pero Verne no suele decepcionar en una segunda lectura y estoy segura de que me volvería a encantar si lo releyera.
Me parece increíble que una historia así no sea más conocida.
Creo realmente que para que algo como El señor de las moscas hubiera ocurrido, tendría que haber habido muchos más niños. Para que éstos se separaran y segregaran por determinadas razones. Grupos pequeños tienden a estar más organizados y permanecer juntos para protegerse mutuamente. Quiero ser optimista por la historia. Pero creo que ahí radica la diferencia entre la ficción del libro y la realidad de esta historia.
Sí es cierto que El señor de las moscas es ficción y nunca sabremos si algo así habría ocurrido. Luego esta historia real tiene más veracidad.
#7 Hay multitud de casos de niños salvajes, incluido un español Marcos Rodriguez que estuvo acompañado únicamente por lobos desde los 7 años. no creo que un grupo se comportase de forma distinta
#14 Hombre, claro que el ser humano se comporta de forma distinta según el número de miembros.
Destripe (espoiler): El señor de las moscas es una novela.
#3 Bien!!!! Leiste la entradilla!!!
#3 Y uno de los mejores libros que he leído en mi vida.
#8 pse...
La isla en cuestión....
https://www.google.es/maps/place/''Ata'/@-22.3402013,-176.2089275,2919m/data=!3m1!1e3!4m5!3m4!1s0x71f5e3a130056785:0xba0f3f1e10c33499!8m2!3d-22.3333333!4d-176.2?hl=es
Lo hice lo mejor que pude.
#41 Si lo es, a nivel individual puede darte más tranquilidad saber que en el futuro tendrás tus necesidades cubiertas y no acabarás tirado en la calle.
#42 El cuidado de ancianos y enfermos no se da a nivel individual. Está integrado en las sociedades humanas desde hace miles de años.
#43 Porque suponen una ventaja individual para cuando uno es anciano o está enfermo. Es una especie de seguro, si no cuidas a enfermos/ancianos, cuando estés enfermo/anciano, estás jodido. Al final por eso se vive en sociedad, porque es beneficioso individualmente.
#44 No es ningún seguro, pues las personas a las que tú estás cuidando no son las que te van a cuidar a ti (en el caso de los ancianos, seguro; en el caso de los enfermos, en función de la enfermedad, lo mismo). No hay reciprocidad.
#45 Ein? Claro que no son las mismas, es la sociedad que se ha creado basándose en ciertos comportamientos, como el ejemplo que comentas de cuidar ancianos/enfermos. La gran mayoría de ventajas de vivir y crear una sociedad, por no decir todas, son ventajas que compensan porque afectan (o podrían afectar) a título individual a todo el mundo. No es algo altruismo o porque "el ser humano es bueno por naturaleza"...
#46 Entonces no es posible atribuir a ese comportamiento a una motivación de tipo egoista individual, porque para empezar (como tú mismo dices), ni siquiera es un comportamiento individual. Atribuir a la especie humana como conjunto una conciencia que razona de la misma manera que un individuo (y, en realidad, como uno muy en particular: tú) es puro pensamiento mágico. La sociedad no se crea por una decisión consensuada bajo una deliberación racional de coste-beneficio. La sociedad es connatural al ser humano, no se crea mágicamente porque "aporte ventajas". Y el cuidado de enfermos y ancianos está presente en las sociedades humanas desde el comienzo.
Esto forma parte de la naturaleza humana no porque "el ser humano sea bueno por naturaleza" sino porque el ser humano, como especie, no podría existir sin la colaboración entre sus miembros. No es algo "bueno" o "malo", es una condición necesaria para la existencia de la especie humana.
Creo que también ha podido influir la edad, dado que éstos eran más bien adolescentes.
Curioso. De un estar encerrados en una isla, nada más llegar pasan a ser encerrados en la cárcel ( por haber robado el barquito).
Relacionado, Programa original Expedición Robinson 2002
#20 La verdad es que no. Fue una temporada que devoré una tonelada de libros de Marvin Harris y autores contrarios a el. Y me quedé con esa anécdota en la cabeza
Captain Warner wrote in his memoirs, “the boys had set up a small commune with food garden, hollowed-out tree trunks to store rainwater, a gymnasium with curious weights, a badminton court, chicken pens and a permanent fire, all from handiwork, an old knife blade and much determination.”
The kids agreed to work in teams of two, drawing up a strict roster for garden, kitchen and guard duty
El individuo en si mismo no es gran cosa, el grupo es mucho mas fuerte.
Desgraciadamente, es esta sociedad hiperpoblada, cada vez pensamos mas como individuos.
.. Este articulo me recuerda mucho a los trabajos de antropología en tribu "violentas" donde el antropologo decía
"...No se porque se considera homicida esa tribu en los 6 meses que conviví no vi ninguna muerte, debería cambiarse la opinión bla bla bla...."
-Haciéndose bestseller y reforzando la imagen del buen salvaje, años mas tarde se revisó el trabajo y se concluyó que para una población tan pequeña lo máximo que podían aguantar-tenían era una muerte violenta cada 12-13 meses y que la antropología tuvo una visión sesgada. Luego lo confirmaron hablando "tranquilamente-honradamente" con la tribu y no era dificil encontrar mujeres, que se había vuelto a casar con el asesino de su anterior marido.
Hablamos de un grupo pequeño más o menos ya cohesionado, con el mismo background de escuela catolica, además que se unieron para hacer la travesura y robar un barco.. No muy comparable a la situación planteada en el señor de las moscas que no deja de ser una novela.
#9 ¿Puedes mencionar alguno de los trabajos de antropología a los que te refieres? Gracias.
Llegar a la conclusión que el ser humano es incivilizado no es complicado. El bonito artículo por mucho que el autor se empeñe en negarlo no cambia la naturaleza humana que siempre es egoista y dañina con sus semejantes.
El bullying no es algo aislado, es algo frecuente mientras los otros niños miran hacia otro lado, y en audltos pued no hace falta decir nada más.
Solo hay que ver Meneame llena de lecciones de moral pero hecho con un sistema de karma que penzalisa las voces disidentes. Que se critica fuertemente burbuja pero aqui son el opuesto.. Donde la informacion es totalmente sesgada y se acribilla a negativos no a quien se lo merece, sino a quien no sigue el rebaño.
El ser humano es así, yo me he cansado de hacer regalos (he regalado hasta viajes) de gente que luego te traiciona en cuanto puede. Lo he aceptado como parte de la vida y por mucho que me gustase el ser humano es y siempre será así.
Si alguien no te jode es porque no puede, ten éxito en la vida, gana dinero y verás Cuantos amigos pierdes y cuantos otros te traicionan.
#36 Si la naturaleza humana fuera siempre egoísta y dañina seríamos incapaces de sobrevivir precisamente por la naturaleza precaria y dependiente del ser humano. Si algo caracteriza al ser humano es precisamente lo contrario: su capacidad para colaborar. Lo cual no significa que no haya cabronadas, por supuesto.
#37 Colaborar por el bien propio, no por el ajeno
#40 No necesariamente. El cuidado de enfermos y ancianos no es colaboración por el bien propio.
#37 Si sobrevivimos es porque hay unas NORMAS y no cumplirlas está penalizado SOCIALMENTE o JURIDICAMENTE.
Si quitas estos dos castigos la gente comienza a comportarse como realmente es.
Que no has visto que pasa con el confinamiento cuando das un poco de libertad? Que actitud está teniendo mucha gente?
El otro dia un amigo de un grupo de whatsapp dijo que le indignaba mucho no salir y que los demás le importaban una mierda. Y no es mal tipo, es el tipico que parece e buenachón, que nunca tiene peleas con nadie.
#53 ¿Y por qué dirías que está penado socialmente no cuidar de enfermos y ancianos?
Hombre, tanto como niños... De 13 a 16 años para mí eran adolescentes. Pero claro, llama menos la atención...
--eliminado
Excelente enlace, muchas gracias.
De todas formas con 15 años que tenian los chicos ya no es que se fueran simplemente a volver salvajes. En el libro del señor de las moscas los niños son mas pequeños y estan mucho mas expuestos a los azares de la supervivencia.
Nada mola mas la playa de leonardo dicaprio
Fue uno de los primeros libros que leí, todabia lo guardo en la estantería, y recuerdo que me impacto