Publicado hace 6 meses por --652052-- a viajes.nationalgeographic.com.es

Este no es el típico pueblo gallego donde se espera encontrar pazos, hórreos o cruceiros de piedra. Ni siquiera hay un centro histórico. Lo que sí tiene Vilaoudriz son cinco imponentes chimeneas, ubicadas en la entrada, que son mucho más que un icono. Son las responsables de la existencia de A Pontenova, un pequeño pueblo lucense donde cambió desde que a finales del siglo XIX una empresa minera vasca consiguiera los permisos para la explotación del hierro.