En agosto de 1930 dos marineros de un buque noruego habían salido a cazar focas en la isla ártica de Hvidøen (actual Kvitøya) cuando hicieron un inesperado descubrimiento. Junto a un arroyo y bajo un montículo de nieve estaban los restos de un bien equipado bote en cuyos suministros se podía leer la inscripción «Expedición polar de Andrée, 1896». Acababan de encontrar la solución a un misterio que había empezado más de tres décadas antes: la desaparición de tres exploradores suecos mientras intentaban alcanzar el Polo Norte en globo.