El bosque dio lugar a la agricultura. Fue el emperador Pedro II quien se dio cuenta de que la deforestación acabó con el agua de las cascadas que allí había y mandó replantar los árboles. El agua volvió y los cariocas ganaron el mayor bosque urbano del mundo plantado por el hombre.
#4 cierto, así que la Presidenta que se aplique el cuento y en la balanza aplique más peso en zonas protegidas del Amazonas que en apertura de más obras.
Soy de la opinión que la selva Amazónica debería estar protegida y controlada por Organismos Internacionales sin ánimo de lucro primando la protección de los pueblos indígenas y el desarrollo sostenible.
De hecho todo Río de Janeiro está perlado de montes (morros) más o menos exuberantes en vegetación.
Pero si os acercáis al Cristo del Corcovado, echadle una vista al bosque del parque de Tijuca y os impresionará. Es una puñetera selva en medio de la ciudad, con especies de todo el planeta, y tan grande que cuesta creer que sea una creación artificial. Al botánico jefe que recibió el encargo imperial de crear tamaño pulmón urbano la tarea le llevó toda la vida.
Y como bien dice el artículo, no está ahí solamente para hacer bonito. Sirve como estabilizante geológico, ambiental, climático... Una verdadera obra de ingeniería, merecidamente reconocida por la UNESCO como Reserva de la Biosfeta.
![Río de Janeiro tendría una temperatura mayor si no se hubiese plantado el bosque de Tijuca [PT]](https://cdn.mnmstatic.net/cache/27/52/media_thumb_2x-link-2577049.jpeg?1457202667)
Comentarios
Pues blanco y en botella...
Y no solo es plantar árboles sin ton ni son sino hacer un estudio exhaustivo de las especies que deben plantarse en cada zona.
#3 a ver si lo aprenden los propios brasileños, que como sigan deforestando el Amazonas..
#4 cierto, así que la Presidenta que se aplique el cuento y en la balanza aplique más peso en zonas protegidas del Amazonas que en apertura de más obras.
Soy de la opinión que la selva Amazónica debería estar protegida y controlada por Organismos Internacionales sin ánimo de lucro primando la protección de los pueblos indígenas y el desarrollo sostenible.
De hecho todo Río de Janeiro está perlado de montes (morros) más o menos exuberantes en vegetación.
Pero si os acercáis al Cristo del Corcovado, echadle una vista al bosque del parque de Tijuca y os impresionará. Es una puñetera selva en medio de la ciudad, con especies de todo el planeta, y tan grande que cuesta creer que sea una creación artificial. Al botánico jefe que recibió el encargo imperial de crear tamaño pulmón urbano la tarea le llevó toda la vida.
Y como bien dice el artículo, no está ahí solamente para hacer bonito. Sirve como estabilizante geológico, ambiental, climático... Una verdadera obra de ingeniería, merecidamente reconocida por la UNESCO como Reserva de la Biosfeta.
Menos samba e mais trabalhar
«¡Es la ecología, estúpidos!»
y si fuera siempre carnaval