“La sorpresa fue que los ladrillos se deshacían tan solo con tocarlos, los arcos se podían venir a bajo en cualquier momento”. El lamentable estado de conservación de la cripta subterránea revelaba la falta de mantenimiento del edificio (la última reforma databa de 1967, hace medio siglo) aunque también era evidente en exterior, sobre todo en la emblemática espadaña de la ermita.
|
etiquetas: historia