Hace 9 años | Por SamSeaborn a yorokobu.es
Publicado hace 9 años por SamSeaborn a yorokobu.es

Frente a la Compañía Británica de las Indias Orientales, los reyes del capitalismo castizo parecen unos auténticos principiantes. A lo largo de sus 274 años de historia, esta compañía recurrió a la corrupción, manipulación y violencia sin escrúpulos para garantizar que sus accionistas recibiesen sus dividendos cada año desde la comodidad de sus mansiones en Londres. La búsqueda incesante del beneficio les llevó a reunir un ejército de 250.000 hombres y amasar una cuenta corriente muy superior a la del Estado británico.

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No solo hicieron todo esto en Asia. Latinoamérica, tras su independencia lo tenía todo para asumir su siguiente gran reto: la revolución industrial. Latinoamérica era mucho más rica que España y que EE.UU., tenía las universidades más antiguas del continente, tenía una importante clase ilustrada (la que luchó por la independencia), tenía oro (y aún lo tiene) que podía extraer con técnicas más modernas y en mayor cantidad, tenía petróleo y materias primas, tenía una ruta comercial con Asia creada por España.


Pero permitieron a Inglaterra y EE.UU. hacerse con el control de sus economías y sus políticas, convirtiendo todas estas oportunidades en un fracaso (para ellos no para los anglos).

Incluso hoy los latinoamericanos se niegan a hacer autocrítica sobre este periodo.